Capítulo 6

Incluso los hombres más respetados le cedian el paso, y cuando se enfadaba, nadie podia aguantarle. Pero para sorpresa de todos, Somaya tomó los cubiertos: “No te preocupes, me las arreglaré con esto. La próxima vez hazme algo picante, cuanto más picante, mejor“.

El mayordomo quedó desconcertado, ¿acababa de escuchar mal? ¿La señora queria algo picante para mañana? ¡Pero si ella no podia con el picantel Casi de inmediato empezó a sudar frío, ¿seria una trampa para hacerle la vida imposible?

Cuando el señor regresara, tendria que preguntarle. Si las cosas se ponían feas, mejor recogería sus cosas y se iria. Esa mujer era demasiado dificil de complacer.

Soraya no prestó atención a la preocupación del mayordomo. La antigua dueña de ese cuerpo había dejado una sombra imborrable en la casa. Si queria cambiar su destino, tendria que ir paso a paso.

Media hora después, ella escogió el carro más económico del garaje y fue a la peluqueria para deshacerse de sus rastas y volver a su cabello largo y negro; mirándose con su vestido blanco y su cabello fluyendo, asintió satisfecha: “Así está mejor! Con este rostro perfecto y cuerpo, solo necesito un poco más de esfuerzo para seducir a Cristián, ¿cómo podría no volver a enamorarse de mi? Por mi libertad, tengo que hacer que se enamore de mi lo antes posible para completar mi misión y disfrutar de la vida“.

En el Grupo Fuentes, en la oficina del presidente.

destacando la serenidad y la elegancia del jefe, con varias obras de arte colgadas en las paredes, cada una de ellas de incalculable valor, añadiendo un toque artistico al espacio. En el centro de la oficina habia un enorme escritorio negro, y detrás de él, Cristián, vestido de traje, se recostaba en su silla, mirando fijamente los papeles de divorcio sobre el escritorio. Su rostro, normalmente frío y guapo, estaba tenso, y

luces y sombras en el piso. El miró los documentos de divorcio por un momento, luego, furioso, los rasgó y los arrojó a la papelera; ella ya

sea! Por un lado, provocando un divorcio, y por otro, enredándose con él: Ella realmente cree que

de la puerta

la voz de Cristián era fría, áspera.

con cautela le pregunto: “Presidente, su esposa está aquí en la compañia, ¿la dejo

entrecerraron: “¿Qué hace ella aqui?“.

escuchar eso, ni la secretaria podía creerlo. Todo el mundo en la compañia sabia que la señora despreciaba la discapacidad del

mujer; si no la dejara subir, quién sabe qué escándalo montaria; cerró los ojos, irritado, y se frotó las sienes: “Deja que suba“, quería ver qué venia a hacer alli, ¿vendría a hacer un escándalo por lo de la noche anterior? Pero la droga fue cosa

con pasos ligeros,

voz era clara y melodiosa, resonando dulcemente en

verla, quedándose atónito por un momento. Ella sonreia, agitando la mano frente a

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