I

Capítulo 52

Al día siguiente, Soraya fue despertada por Mateo. El pequeño, que no estaba acostumbrado a dormir fuera de su cama, se despertó extrañamente temprano; se subió encima de ella, extendiendo sus manitas. rechonchas para pellizcarle la nariz: “Mamá, ¡levántate! ¡Levántate!“.

Con apenas un año y medio, solo sabía decir cosas simples.

Soraya abrió los ojos, aún adormilada: “Pequeñito, ¿por qué te levantas tan temprano? ¡Apenas está amaneciendo! Los niños deben dormir más paral crecer altos y fuertes“.

El pequeño no entendió lo que significaba crecer alto y fuerte, pero con sus manitas seguía pellizcando el rostro de ella, riéndose a carcajadas con su boca pequeñita, y sus dos hoyuelos parecían esconder dulce miel; su carital rechoncha estaba sonrosada, como los duraznos en primavera. Cuando sonreía, sus ojos se curvaban formando media luna, brillando luminosamente, como si su risa iluminara el mundo entero.

Soraya se sentó, desbordada de amor maternal: “Pequeñito, ¿estás tan feliz estando con mamá?“.

En su vida pasada, debido a una enfermedad, nunca tuvo la oportunidad de ser madre, lo que se convirtió en el gran pesar de su vida. En ese momento, viendo a ese pequeño adorable, sentía que ese hueco en su corazón se llenaba. Había pensado que llevaría tiempo tener una buena relación con el niño, pero el pequeño no mostró ningún temor, sorprendiéndola con su calidez inesperada.

agarrando su mano, balbuceó: “Mamá… con… mamá… y papá… juntos“.

expresión del pequeño. Al volver en sí, sintió un pinchazo de tristeza. La verdadera Soraya, qué tonta era, teniendo un hijo tan considerado, y ella perdiendo el tiempo en cosas sin sentido. Lo abrazó fuertemente

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Capitulo 52

Un rato después.

Pequeñito, ¿cómo aprendiste a hacer cosquillas? ¡Ah! jajaja,

cosquillas?

el pequeño rodaba de risa

su hijo; esa risa cristalina y alegre barría todo su cansancio. Antes, había soñado con regresar a casa cada día a una escena así de cálida, pero desde que

cambiarse y asearse. Cuando salió, vio a la mujer en un pijama color crema, cargando

no respondió, su mirada se fijó en su hijo. Mateo estiró sus

papá, no cabía de la felicidad. Cristián lo tomó en brazos, acariciando su cabeza con su

asintió con la cabeza, feliz y

“Anfitriona, el nivel de rechazo bajó

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