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Capítulo 61

Iris Peralta asintió con complicidad: “Exacto, estábamos hablando bien, ¿para qué traer a colación a esa chica?“.

Luego, con un tono de voz que denotaba su posición de mayor, le dijo a Cristián: “Mira, Cristián, no es por meterme donde no me llaman. Pero tu esposa, con sus dramas, vive armando líos y amenazando con divorciarse. Mejor dale lo que quiere y ya, ¿para qué quieres a alguien que ni te ama a ti ni a tu hijo, y solo te da dolores de cabeza? Trabajas todo el día, llevando una empresa tan grande ya es bastante agotador. Llegas a casa y todavía tienes que aguantar sus escenas y complicaciones, ¿no estás cansado? No es por otra cosa, pero me da pena verte así. Todo lo que has hecho por salvarla y terminas así. Ella ni siquiera lo agradece, sino que te echa sal en la herida, no puedo ver esto sin decir nada…“, al decirlo, sus ojos se humedecieron.

“Piensa que después de un día tan agotador, no tienes ni a quien te comprenda en casa“.

Cristián sabía que Iris realmente se preocupaba por él: “No te preocupes, ella ha estado más tranquila últimamente“.

Iris suspiró: “Ay, hijo, es que eres demasiado bueno, todo por lo que pasó al

principio…”

“Iris, basta“, Cristián la interrumpió.

Entonces ella se resignó: “Está bien, ya no digo más“.

¿a qué te refieres con eso? ¿Hay otra razón para que el

desvió el tema: “No hay ninguna otra razón, es que tu hermano es demasiado noble“.

conversación. Si Cristián no quería que se hablara del tema, ella no iba a ser

a Cristián de reojo, con una mirada de

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Capitulo 61

viril de ese hombre era mucho más intensa que la de Alex. Lástima que no estuviera divorciado; de no ser así, no le importaría que fuera él su pareja. Pero no tenía una excusa directa para acercarse a él. Si pudiera,

se sintió incómodo al instante, como si fuera una presa bajo su mira. Justo en ese momento, la voz de Soraya resonó antes de que ella misma apareciera: “Abuela, abuelita, vine

abuela se alegró interiormente. Finalmente, la adivina había

inmediato: “¿Cómo es que ella

saludando alegremente a la familia de Isidoro:

“¡Hola, Srta. Ríos!“.

tan cortés,

la cuñada! ¡Qué guapa eres! Hola, soy Jovita. Ahora somos familia,

vista hacia Jovita, sorprendida por un instante: ‘Ay, por Dios, ¡qué situación! ¡Esta mujer es una especie de ente maligno, casi a punto de convertirse en demonio! No me extraña que la familia de Isidoro haya sufrido tantas tragedias poco después de la boda. Este ente maligno, al absorber la esencia vital de cuatro personas, podría tomar control total

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