Capítulo 113

Además, en ese momento ella era su esposa. Cristián deslizó la silla de ruedas hasta el borde de la cama y apenas se había sentado cuando Soraya lo tumbó directamente: “¡Epa, de dónde salió este galán! Ayúdame, porfa, me siento fatal“.

Él le agarró las manos inquietas: “Mira bien, ¿quién soy?”

Soraya, con los ojos nublados, lo miraba fijamente: “Mi esposo, tú eres mi esposo, luego se soltó y comenzó a tirar de la ropa de Cristián.

“Ayúdame, no aguanto más. Me muero“.

Viéndola sudar profusamente, Cristián finalmente no tuvo corazón para seguir torturándola. Apagó la luz de la mesita de noche y momentos después, la ropa comenzó a caer sobre la cama; la temperatura de la habitación subió gradualmente, llenándose de una atmósfera intima. Los jadeos de él y los suspiros delicados de ella se entrelazaban.

No se sabía cuánto tiempo había pasado, pero de repente la voz frustrada de Cristián resonó en la habitación: “Soraya, ¿acaso eres un perro? ¡Ay, no muerdas ahí!“.

aún medio dormida, murmuró: “Eh, ¿por qué este muslo de pollo está tan duro?

de abajo, soltando palabrotas: “Condenada, ya casi amanece, ¿no puedes quedarte

le dio una bofetada en la cara. El sonido de la bofetada resonó fuerte. Recibiendo una cachetada sin motivo, el casi perdió la cabeza de rabia. Justo cuando iba a estallar, ella murmuró algo que lo dejó sin palabras: “Shh, estoy soñando ¡Wow, cuánta comida deliciosa! Muslos de pollo, carne de res, caracoles picantes, langosta… Mmm, ¡qué rico!“, y después de nombrar una serie de comidas, empezó a

mujer estaba soñando y confundió su parte intima con un muslo de

Al día siguiente.

baño. Abrió los ojos, se levantó y corrió al baño. Después de hacer sus necesidades, se dio cuenta de que

anoche bebiendo con esa enamoradiza Nayra? ¿Cómo regresé?“, solo recordaba haberse ocupado de esos desgraciados, y luego no pudo más. “Ah,

echó un vistazo bajo su pijama: “¡Caramba, Cristián es un animal! La drogado fui yo, ¿cómo

murmurando maldiciones mientras se lavaba y vestía. Cuando bajó, sus suegros y Cristián ya estaban desayunando; Diana ya había escuchado que

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y todo gracias a la sinceridad de Soraya, y en ese momento que la vela, su actitud mejoró un poco: “Mayordomo, ya puedes servir el desayuno de la señora“.

su nuera habían cambiado, incluyendo su predilección

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