Capítulo 127

“No te equivocas. Aún no nos hemos divorciado. Si quieres vida de casados, tengo que complacerte“.

Soraya se retorció la boca. Las palabras de él la hacían parecer como si estuviera insatisfecha y desesperada: ‘Caray, ¿no dicen siempre que los hombres son como sementales, deseando hacerlo todos los dias para fortalecer la relación? Este tipo es diferente a lo que dicen‘.

Eso dejó a Cristián con la cara llena de incredulidad: ‘¡Todos los días! ¿Acaso me ve como una máquina? Si tuviera que cumplir todos los días, terminaria agotado“.

Él prefería ignorarla, pero cansado de escuchar sus pensamientos desordenados, la atrajo hacia él: “Esta noche compórtate. Si no, cambiaré la cerradura por una de huellas dactilares“.

Soraya fue presionada contra su pecho. Escuchando su corazón latir, no pudo evitar sonreír. “Entonces, eso significa que ya no me detendrás de subir a la cama“.

Cristián respondió, molesto: “¿De qué serviría intentarlo?“, él no sabía qué tipo de travesuras había hecho ella antes, pero incluso sabía cómo abrir cerraduras, una habilidad lamentablemente bien desarrollada.

Soraya se liberó de su agarre y moviendo su cabeza hacia arriba, dijo con una sonrisa: “No serviría de nada. Incluso si cambias la cerradura por una de huellas, yo podré abrirla: Después de todo, soy tu esposa legalmente, protegida por la ley, no es ilegal que abra tu puerta“, dicho eso, lo besó a propósito.

secreto para conquistar a tu esposo, abrir su puerta,

sus labios hasta detenerse en su garganta, mordisqueando ese nudo

mujer debía ser una seductora enviada por los

cuánto puedes aguantar‘, y sus movimientos se volvieron más

contacto ardiente era casi insoportable! Nunca supo lo feliz que podia ser cuando una mujer se esforzaba por complacerlo, aunque sus intenciones no fueran puras. En ese momento,

“El nivel de desprecio es 0“,

sorprendió: ‘¡Vaya, así que a los hombres realmente les gusta esto!“.

“Felicidades, sigue así“.

‘El precio es demasiado alto, casi

instantáneamente. Él entrecerró los ojos, sin querer escuchar más de sus charlas con esa tal Chispita, la atrajo hacia él con un movimiento, y

invirtiendo sus papeles: “¿No dijiste que esta noche me tocaba a mi moverme? Ya no aguantas más,

hacia abajo: “Realmente necesitas que te ponga en tu lugar.

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