Capítulo 17

Clara volvió al restaurante, justo cuando le tocaba subir al escenario y continuar tocando el piano.

Luka no la acoso, esperó hasta que Clara terminara su turno, luego encontró un lugar para discutir sobre las clases de piano.

Miranda era muy obediente, asi que Clara acordó enseñarle. Luka pagó una tarifa muy alta y pago dos meses por adelantado, lo que mejoró un poco la situación económica de Clara. Ella estaba muy clara, Luka estaba ayudándola de otra manera, si hubiera sido en el pasado, ella podría haberse negado, pero en ese momento no tenía tiempo para preocuparse por su orgullo.

Al llegar a casa después del trabajo, Maite no estaba, por lo que Clara la llamó por teléfono, y ella le dijo que volvería pronto.

Aproximadamente media hora después, Maite volvió, Clara estaba a punto de prepararle un bocadillo de medianoche, pero notó que su brazo estaba muy hinchado.

“¿Qué te pasó en el brazo?“, Clara la ayudó a sentarse.

Maite dijo despreocupadamente: “Estoy vieja, mi mario se hincha al hacer algunas cosas“.

estómago. Inmediatamente examinó la palma de su mano. Vio que su palma, que solía estar muy bien cuidada, estaba llena de ampollas

comenzaron a caer lentamente, ella las limpió apresuradamente, pero no pudo controlar sus emociones. Le aplicó medicina a Maite y vendo sus heridas, tuego sacó algo de dinero de la casa para

lloró

despertar, tenia ojeras pronunciadas, usó mucho corrector, pero aun así no pudo ocultarlas. Durante el desayuno, Maite le dijo: “Si no puedes con tanto trabajo duro, deberías hacer menos. Si realmente no puedes, venderé el pequeño

consoló: Todo estará bien después de este tiempo, Maite,

no dijo

cosas y se fue a trabajar al Centro de Música

le dijo en voz baja: “La Srta. Bécquer está buscándote! Clara,

muy lejos, ella no odiaba a Silvia, pero tampoco queria tratar con ella, solo podía pedirle a su compañera de

acercó con gracia, con una expresión coqueta en su rostro: “Clara, me gustaría saber por qué no

el lugar se quedó quieto. Todos en

Raúl estaba preguntando a Clara si no le gustaba, esa pregunta era demasiado cruel para Clara. Esas miradas de simpatía y lástima hicieron que

Silvia en voz baja: “Ese día estaba ocupada, Srta. Bécquer, lo

tomando café, esperandola hasta que saliera a almorzar

un café juntas!“, Silvia

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