Capítulo 94

La secretaria Montero sonrió y dijo Señorita Castillo, tienes un buen gusto! Veo muchos cambios aqui, no es de extrañar que el abogado Bécquer dijera desde temprano que la Señorita Castillo tiene buena percepción por la belleza”

Sus palabras hicieron que Clara olvidara su disgusto anterior con Flynn, y se sintió más cómoda aceptando los vestidos.

Se relajo y dejó que el estilista la transformara

La fiesta era una reunión privada, asi que no necesitaba ser demasiado formal. El estilista eligió para ella un pequeño vestido negro, con tirantes delgados, entallado en la parte superior y con el dobladillo suelto, revelando un par de piernas suaves y largas

El estilista exclamo Señorita Castillo, tienes una figura maravillosa y tu piel es impecable”

Ella mira detenidamente

Clara tenia una cara pequeña y delicada, con hermosos rasgos y un ligero tono de cabello castaño.

El estilista le sugirió “Este vestido se ve mejor con cabello negro, puedo hacerte un peinado, Señorita Castillo, si te gusta puedes ir a mi tienda y hacerlo permanente.” Clara acarició su largo cabello, cuyo color era natural

También queria probar otros colores

El estilista fue eficiente, rápidamente le aliso el cabello, luego le aplicó un tinte temporal y le hizo algunos retoques

Castillo, eres tan hermosa, tienes una piel muy finas y piernas

acuerdo, tambien pensaron lo mismo

por su propia belleza

podia verse tan bien, cesto era el

temiendo que Clara pudiera estropear su maquillaje, decidió que no debía hacer nada más, y ella misma colgo el vestido que Clara

de manera casual ‘En un par de dias, elegiré algunas joyas

rechazo, sabia que esto era parte del

fue, le echó un último vistazo a Clara Penso en silencio que el abogado Bécquer probablemente empezaría a llegar tarde al trabajo con

llego a las siete de la noche.

fiesta, pero cuando la

con voz ronca, mientras desabrochaba lentamente los botones de

una camisa negra.

usar una camisa negra con un traje de color cafe claro, un chaleco marrón y

elección de la pinza de

se llenaron de un ligero

que Ciara se diera cuenta, sus manos ya estaban tocando

detrás, sus largas manos acariciaban su cintura perfecta, mientras le

sus brazos para abrazar su cuello y susurro: “Vamos a

no la dejó ir

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