!Canalla ¿Satisfecho con mi muerte?

Capítulo 329

“Nari…” Él estaba desesperado por explicar, pero aun así, se le trababa la lengua, incapaz de decir lo que quería.

Estaba algo molesta y me di la vuelta buscando un lugar tranquilo para estar sola.

El celular de Kent sonó, era una llamada de Elias.

“Yuria ha desaparecido, no hay rastro, justo como lo pensabas, era una distracción. Hay movimiento en el hospital, Lucas está herido, pero por suerte atraparon al culpable. Vent aquí, Renán está haciendo un problema en la estación, insiste en que encontremos a Yuria cuanto antes, ven a ayudarme a buscar.”

Kent colgó directamente el teléfono de Elías, dejando en claro que no quería lidiar con. eso, solo quería explicarme a mí.

Lo miré, esperando que hablara.

“Ainara… apenas comenzó a hablar, el celular sonó otra vez.

Era Elías de nuevo..

Kent volvió a colgar el teléfono enojado y decidido a bloquearlo.

Le detuve con la mano. “Primero atiende la llamada, te arriesgaste tanto acercándote a Quique en el manicomio, no dejes que todo sea en vano ahora.”

silencio y respondió

es esto, te lavas las manos después de cruzar el río, acaso me estás traicionando?” Elias gritaba al

oir la voz llena de ira de Renán, condenando

una persona bajo protección especial de

y colgó

cuenta de que Kent,

cruzar el río, y Kent respondió con un “te

a Elias también le tomó un

de nuevo, pero el celular sonó una vez más.

apagó el

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asesino no sea importante. Estoy investigando. Todas estas cosas están conectadas. Simplemente no estoy seguro, mis conjeturas podrían no ser precisas…” Kent intentaba explicarse, ansioso, pero parecia que no era muy bueno mintiendo.

precisas, pero seguramente tenía un sospechoso en mente,

cual me escondía la verdad, pero viendo todas las pruebas hasta ahora, parecia como

sueño. Antes de morir, siempre pensé que tú eras el culpable,

asegurar que Kent

el asesino, pero si… estás ayudando al culpable a ocultarse o a escapar de la justicia, entonces eres uno de los responsables de mi muerte…” Mi voz era ronca, pero firme, estaba advirtiendo a Osvaldo, que no le descubriera

alarmado, sus manos se apretaron sin