Capítulo 51: Tus Ojos… Se Parecen Tanto a los de Ella

Valentina viajó durante la noche a San Miguel de Allende.

A la mañana siguiente, encontró una antigua casa siguiendo la dirección proporcionada. La puerta estaba abierta y, en el patio, una mujer de mediana edad estaba elaborando flores de terciopelo.

Al ver a Valentina, la mujer se quedó sorprendida.

-Hola, usted es Ariadna Zaragoza? -preguntó Valentina con voz suave.

Ariadna Zaragoza se sobresaltó y dejó a un lado las flores, acercándose a Valentina. La observó detenidamente.

-Valen… mi niña, ¡has crecido tanto! Te cargué cuando eras pequeña, pero eras tan joven que probablemente no me recuerdes.

Ariadna parecía emocionada, mirando fijamente el rostro de Valentina.

-Tus ojos… se parecen tanto a los de ella.

Hacia poco, el señor Alonso de la familia Valenzuela también había comentado sobre la similitud de sus ojos con los de su hermana. Pero en ese momento, Valentina sabía que Ariadna se refería a su madre. Sintió un movimiento en su corazón y una sensación de familiaridad con Ariadna.

Ariadna compartió muchas historias sobre la madre de Valentina. Esa noche, sacó una caja que contenía un pedazo de esmeralda de primera calidad, aún sin pulir.

-Esto lo dejó tu madre. No tiene utilidad para mí, te lo doy a ti -dijo Ariadna, entregando la caja

a Valentina.

Su diseño para el concurso era un collar, y ese esmeralda sería perfecto. Sin

dejarle dinero a

que también creaba joyas, tenía en su casa todas las

pulir piedras

Valentina comenzó su trabajo

Valentina, no pudo evitar recordar a

oyó un golpe en la puerta del

se levantó para atender, encontrándose con un joven de

aqui una dona llamada Citlali Zaragoza?

Citlali Zaragoza era el nombre anterior de Estrella Valenzuela,

la conozco -respondió rápidamente, temerosa de molestar a

Coralla por encargo de

esa única pista, habla llegado hasta alll,

sin salida.

Desilusionado, se alejo.

su parte, completó el collar en solo dos días.

Era tan hermoso como habla

heredaste el talento de tu madre

siguiente,

una cena y ambas charlaron en

un cansancio abrumador. Pensó que era el agotamiento por el trabajo reciente, pero entonces Ariadna dijo algo

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