Capitulo 105: ¿Vienes a Atraparlos In Fraganti?

Valentina miró confundida su teléfono tras colgar,

¿Qué urgencia podria tener el señor Valenzuela para cancelar de esta manera?», pensó.

Mientras tanto, Santiago se dirigia a la entrada para calzarse, listo para salir, Al ver el semblante de Valentina, comprendió que Alonso no llegarla.

-¿No viene?-preguntó Santiago, disimulando su decepción-. Qué lástima, tenía ganas de conocerlo.

Valentina, con la mirada baja, confirmó:

-Algo urgente le surgió, no podrá venir.

Santiago suspiro, observando la comida en la mesa.

-¿Qué tal si empezamos a comer?

Valentina asintió, sintiendo el hambre. Los platos eran exquisitos, una verdadera obra maestra culinaria. Recordó los huevos desastrosos y el tocino quemado de esa mañana, mirando a su esposo con pensamientos profundos.

Después de la comida, Valentina se concentró en asuntos de la empresa. Entonces, Thiago

llamó a Santiago:

-Señor, el señor Valenzuela sigue abajo, pero no se preocupe, mis hombres bloquean su coche. ¡

Debe estar furioso!

Santiago, con una ceja levantada, cortó la llamada y bajó con la excusa de tirar la basura.

Caminando casualmente en su suéter de lana, atrajo miradas por su atractivo. A lo lejos, vio el

coche de Alonso.

copiloto se desocupó. Abrió la puerta y vio rosas y una

tomando los objetos y

ver a Santiago

Valentina.

no respondió, su silencio era una

con una mirada intensa,

marido de Valentina?

la mirada en sus ojos demostraba un desdén total hacia el esposo

la sospecha de

Santiago se habla mudado al mismo vecindario donde

el auto, un silencio extraño se apoderó

Alonso

diria, el señor Mendoza, rebajándose por una

felicitarte, Santiago?

había hecho mucho más de lo

Pero, ¿felicidades?

felicitarme, adelante -Pero la falta de sus

minimo.

eso, Santiago salió del

rosas y el regalo que tenía en las manos, agradeciendo a

una sonrisa:

están hermosas,

fueran un regalo para

al pasar por un bote de basura, lanzó

en su trabajo, no entendía qué le pasaba a su marido, que

frente

un pavo real en pleno despliegue, aparentemente de muy buen

días, su marido había estado sorprendentemente desocupado, acompañándola a la oficina cada mañana como si fuera su

empresa, con nuevo personal, finalmente estaba funcionando con

marido, que ya había excedido el mes acordado. Ahora era la heredera de

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