Capítulo 187: Valentina, ¡Soy tu Esposo!

Santiago esbozó una sonrisa en su rostro. Cuando el coche se dirigía al estacionamiento subterráneo, de repente dijo:

-Detente.

Thiago, sorprendido, pensando que algo le pasaba a su herida, detuvo el coche inmediatamente y preguntó con preocupación.

-Don, ¿es la herida…?

-Estoy bien.

Respondió Santiago, su mirada aún fija en aquel lugar iluminado. Aunque decía estar bien, las gotas de sudor en su frente se hacían más evidentes. Thiago, siguiendo su mirada, se dio cuenta de que Santiago no queria ir a casa, sino asegurarse de que la señora Lancaster estaba en la

suya.

-Vámonos.

Dijo Santiago, preocupado por ser seguido, y no queriendo demorarse más. Thiago entendió y rápidamente se pusieron en marcha.

En El Gran Hotel Coralia, Lucía bajó apresuradamente del coche. Había estado en el hospital, y al enterarse de que Santiago había salido a escondidas, supo que había ido a buscar a Valentina.

Llamó a la Villa Valenzuela para preguntar por ella.

-Debe estar durmiendo ya, la señorita Valen tuvo un accidente en el agua hoy, se dio un baño al

volver y no salió de su habitación.

Respondió Paloma al teléfono, sin saber que Valentina y Alonso se habían ido. Lucía se

Villa de Los

que Santiago

antes de que un

ayudara a Santiago a

médico dijo que necesitas descansar,

estaba llena de

la viera, la rodeó y entró

al pent–house presidencial. Lucia, sintiéndose ignorada y molesta, no

mostrarlo.

a Santiago hasta la

Valenzuela, don Santiago necesita descansar, por favor,

de Thiago, pero

+15 BONOS

le pidió su teléfono. Lucia, sorprendida y sintiéndose culpable, sacó el teléfono de

pudiera

-Thiago.

solo decir su nombre, Thiago

-Señorita Valenzuela, entrégamelo.

teléfono en su mano. Lucia, frustrada pero sin poder hacer nada bajo la mirada fria y despectiva

Santiago y le dijo fríamente a Lucía que se podía ir. El mensaje era claro: que no se metiera en sus asuntos. Lucía, entre

de la habitación, Santiago cerró la puerta, dejando a Lucía afuera, cada vez más

Valentina

-murmuró con las

llamada de su esposo, estaba sobre la mesa.

vez en cuando miraba

repente,

a su esposo los mil millones de dólares y mandarlo lejos. Revisó su saldo bancario: más de ochocientos millones de

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