Capítulo 0101

-Te divierte engañarme, ¿verdad? ¿Esto te lo enseñó Luis?

Los ojos de Julio se enrojecieron mientras se lo preguntaba con cada palabra pronunciada lentamente.

Afuera, la lluvia caía a grandes cántaros, y cerca de los oídos de Silvia, se oía un fuerte sonido de retumbar continuo. Ya no fingió amnesia: -Solo quería dejar atrás el pasado y empezar una nueva

vida.

Julio sonrió, apretando con fuerza la muñeca de ella, acercándose aún más:

-¿Dejar atrás el pasado significa entonces fingir la muerte? ¿ Pensaste alguna vez en cómo me sentiría yo?

La otra mano de Julio cayó directo sobre la mejilla de Silvia claramente que estaba temblando.

y notó

-¿Me tienes miedo?

Ella apretó los labios hasta que saboreó sangre y le habló con gran timidez: -Julio, te suplico que me devuelvas a mi hijo. Él no es tuyo, es hijo mío y de Luis, te lo ruego, devuélvenoslo.

Al escuchar a Silvia decir que el niño no era suyo, en la mente de Julio, algo de inmediato se quebró:

-Si no recuerdo mal, cuando estuviste con él, habíamos decidido divorciarnos hacía solo un mes o dos, ¿verdad? ¿Te enamoraste de él tan rápido y fingiste tu muerte por él? ¿Y qué pasa en realidad con mi hijo?

Sus ojos se pusieron completamente rojos, apretando la muñeca de Silvia aún con más fuerza.

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Ella sintió que su mano estaba a punto de romperse. Pero

Juan en el futuro, ese dolor

lo dije

voz ronca: -¿Recuerdas la segunda vez

manos.

Julio sintiera algo de culpa y le devolviera definitivamente

ojos de Julio se mostraron

-¡Repítelo!

Con un movimiento

encima de ella.

vas a hacer?

volvia cada vez más desquiciado,

puso muy tensa.

fría: ¿Crees que voy a creer las palabras d a

mujer que miente

que Julio tendría algo de conciencia, pero ahora se daba

-Te odio.

se detuvo. Silvia

rió con frialdad: -¿Qué pasa, Luis pudo hacerlo y yo no? Nosotros somos un matrimonio

mirando

que soy tu esposa? Julio, realmente eres.

acusación, y su mano grande tocó suavemente la mejilla de ella, bajando gradualmente el tono de voz.

qué volviste? ¿Y por qué invertiste deliberadamente en los proyectos de la familia

muy bien cuánto tiempo pasó, pero todo lo que Silvia podía oir ahora era un simple zumbido en sus oidos, y

lo miró, se dio cuenta de que la oreja

sangre.

-¡Maldita sea!

garaje subterráneo. Con todo el camino con rapidez

tan preocupado ni dónde la estaba llevando; solo sintió en ese momento que todo estaba muy silencioso

¿a dónde me

que Julio pudiera responder, Silvia

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