Capítulo 0210

-¿Quién crees qué soy? -le dijo Julio, y sin esperar a que Silvia le respondiera, salió directamente del dormitorio.

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Ella se quedó sola en el lugar, pensando una y otra vez en las palabras que él le había dicho, se tambaleó al instante. Realmente había sido demasiado ingenua. Incluso si pasara un mes fingiendo ser la esposa de Julio, él no la dejaría ir a ella ni a Juan.

Así

que, ante la vista de todo esto, solo le quedaba romper con Julio y llevarse muy lejos a Juan. Pero no podía seguir molestando a Luis. Silvia respiró muy hondo para calmarse y pensó en cómo podría lograrlo.

¡Pum! Abajo, se oyó con fuerza el sonido de la puerta cerrándose de golpe, Julio había salido.

Silvia se sentó sola en la silla y, después de mucho pensarlo, comprendió que solo si Julio le permitía ver a Juan en privado y llevarlo fuera de Quintas del Arroyo, tendría la oportunidad precisa de escapar. Pero una vez que se llevara a Juan, ¿cómo podría salir de Brasmo?

Pronto, Silvia pensó en alguien. Usando rápidamente el teléfono que Eduardo le había dado, marcó un número conocido.

-Hola.

La llamada fue contestada al instante, y se escuchó la familiar voz de un hombre de mediana

edad.

-Señor Jiménez, soy yo, Silvia.

Al otro lado, Miguel Jiménez se quedó asombrado al escuchar esa voz tan familiar:

¿de verdad

-Sí.

estos años? -le preguntó Miguel con gran

una larga historia, señor Jiménez. ¿Podrías

era el abogado en quien el padre de Silvia más confiaba, y tenía

en Brasmo.

-Claro, ¿qué necesitas?

del país,

los documentos con dinero, pero si lo hacía ella misma,

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+15 BONUS

los

-Lo antes posible.

De acuerdo.

al menos una semana. Durante ese tiempo, Silvia tendría

idear un plan muy preciso para sacar a Juan.

inmediatamente el registro de la llamada. Se sentó con tranquilidad en la silla, sintiendo

de enemistarse

engaño matrimonial de los Orellanas, durante los tres años de matrimonio, Julio había hecho todo lo posible para perjudicar al grupo Orellana, arrebatándoles proyectos en el mercado y finalmente comprando toda la empresa a un precio

lejos, donde Julio no pudiera encontrarla. Por el contrario, no sabía qué

había ido

suelo frío y húmedo, con lágrimas en el rostro y pánico en lo profundo de sus ojos, ya no mostraba la arrogancia y

frente a Silvia.

lo siento mucho, me equivoqué! Todo fue porque estaba demasiado

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