Despidiéndose de mi amor

Capítulo 0248

Era Nadia, al otro lado de la línea, ella le dijo con total indignación:

Realmente no esperaba que Natalia tuviera una conducta tan reprochable. Ni siquiera se compara en lo absoluto con Silvia. Al menos, Silvia estuvo en nuestra casa durante tres años y no causó ningún tipo de problema.

Durante esos tres años, aparte de cuidar a la familia Ferrer con gran esmero, Silvia pasaba la mayor parte del tiempo sola en casa y apenas conocía a unos cuantos hombres.

Julio escuchó las constantes quejas de su madre durante un buen rato antes de hablar:

-Mamá, acabo de descubrir que la persona que te salvó en aquel entonces no fue precisamente Natalia.

Nadia se quedó en ese momento asombrada.

-¿Entonces quién fue?

-Fue Silvia.

Julio le contó todo en detalle lo que había descubierto.

Sentada en la casa antigua, Nadia tenía una expresión bastante compleja.

-¿Por qué Silvia nunca nos mencionó algo tan importante?

-Tal vez ella pensó que esto no era gran cosa, y al principio tampoco sabía que Natalia había tomado su lugar.

Nadia se quedó al instante en absoluto silencio. Ella miró una y otra vez la foto de la pareja de socialités sobre la mesa y recordó cómo había tratado a Silvia, sintiéndose algo culpable.

casa

-Ya se fue.

tres palabras, agotó por completo

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dónde? – le

Julio, sin querer

se frotó un poco las sienes adoloridas. Miró distraído por la ventana; la

contarle sobre su hermano menor, Lucas, pero viendo

no durmió en

el día en lo absoluto buscando a Silvia, pero no tuvo

le informaron que él había regresado a

Reinolanda.

el informe detallado sintiéndose extremadamente

estos últimos días, aunque parecía bastante tranquilo en la superficie, solo él sabía lo desquiciado que se sentía.

había escapado de

esta vez fue justo delante de sus narices!

pensar una y otra vez, en el significado de la carta que ella le había dejado, pero nadie

más tarde.

de la bahía.

prueba de paternidad y, al ver que no tenían parentesco sanguíneo alguno, sintió una decepción indescriptible en el fondo de su corazón. Miró de nuevo a Oscar detenidamente, que estaba sentado a un lado jugando muy entretenido en el ordenador. No era su hijo, pero ¿por qué le resultaba tan familiar,

bien que, hoy era el día en

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resultados.

mucho por haberte molestado