Capítulo 0260

Sin embargo, para su gran sorpresa, los hombres no los siguieron.

Una vez afuera, Silvia respiró profundamente. Al levantar la cabeza, Julio notó la leve herida en su rostro:

-¿Qué sucedió?

Silvia, leyendo sus labios, entendió en ese momento lo que él decía.

-Nada. Estoy bien.

Soltó la mano del hombre, realmente no quería hablar con Julio en ese momento, y se dirigió hacia un lugar más concurrido. Julio la alcanzó en unos pasos y la agarró de la mano:

-¿Te golpearon?

Estos días, él había estado siguiendo a Silvia. Hoy la vio ir al hotel y la siguió, sin esperar presenciar la escena en el pasillo.

-Suéltame.

Silvia no quería que él la viera en su estado tan desaliñado. Pero Julio no la soltó. Con su mano grande, sostuvo su delicada barbilla, donde se podían ver con claridad las marcas de los dedos. Miró hacia la entrada del hotel, donde dos hombres extranjeros seguían fijamente observándolos.

Julio entendió al instante lo que estaba pasando. Sin hacer caso a la fuerte resistencia de Silvia, la levanto en brazos y la metió en el coche. Al notar que el audífono de Silvia se había caído y que no

podía oír lo que él decía, no se preocupó en lo absoluto por hablarle. Con una mano agarrándola y con la otra envió un mensaje con la dirección, luego marcó un número.

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quién golpeó a Silvia! ¡Que

al conductor dirigirse al hospital más

cercano.

ver el hospital a lo lejos, Silvia

quiero ir al hospital.

y descubrían que estaba embarazada, esto sería un grave

con firmeza su

-¡Hazme caso!

quiero ir al hospital. ¡Déjame bajar! -le

al poderoso señor Ferrer. Esperaban que Julio se enojara, pero él en verdad no lo hizo. Simplemente apartó la mirada de Silvia,

poco. Sin opción alguna, ella actuó con determinación y le mordió la mano. Julio inhaló abruptamente.

un miserable perro?

mordida y lo miró, indicándole que

gusta, ¡sigue adelante!

muy clara de sus dientes

siguiera

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estado.

Llegaron al hospital.

al médico que solo había recibido una bofetada, que se le había caído el audífono y que tenía

brindó tratamiento básico. Después de que volvió a colocarse el audífono, Silvia suspiró con gran alivio. En

Julio estaba parado en el pasillo del hospital, hablando distraído por teléfono con sus subordinados. Cuando Silvia salió, él

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