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Clara estaba sumamente confundida.

De encontrarse delante del nuevo alfa que la miraba como si ella fuera la loba más promiscua de toda la manada y que la dejara amarrada a la cama como si fuera un animal, se encontró corriendo en medio del bosque, como si su vida dependiera de ello.

Tuvo el impulso de detenerse y analizar la situación, pero estaba más enfocada en no chocar con las sombras de los árboles delante de ella y de sentir como era perseguida por dos presencias que estaban ya muy cerca de ella. No olfatear mucho a su alrededor para saber quiénes eran. Las feromonas de los dos lobos machos detrás de ella eran tan potentes y agresivas que obligaban a sus propias patas a seguir corriendo.

Y nadie supo lo que ella se alegró de haber aprendido a huir tan rápidamente, teniendo que hacerlo como algo en su rutina cada vez que era perseguida por los Salvajes cuando salían de caza. Gracias a eso, los lobos podían estar cerca de ella, mas no alcanzarla. Y tenía una resistencia bastante inusual a pesar de su pequeño cuerpo. Podía oírlos grunir a su espalda, ante la frustración de no poderla alcanzar y eso le daba más miedo a ella. Estaba sumamente aterrada. Su instinto dictaba que se detuviera y se postrara de panza ante esos lobos, mientras que su raciocinio le hacia escapar de ellos. Recordaba como uno la había marcado para dejarla después sola en el bosque, sufriendo la mayor vergüenza de su vida de ser encontrada en pleno celo estimulado por él, mientras el otro la había mirado con asco y ofendido, tratándola como una loba sin escrúpulos, incluso casi hasta rechazándola. No, definitivamente no se detendría. Ellos no la querían aun cuando eran sus mates. Los mates no trataban así a sus parejas.

Ante esos pensamientos gimió por lo bajo con dolor en su pecho de decepción y no se dio cuenta que fue aminorando su paso. Una silueta de color dorado pasó rápidamente por al lado de ella y le cortó el camino. Clara se detuvo en seco al notar el brillo de los ojos dorados de un lobo, el mismo lobo que se había cruzado en su camino en la noche. Afincó las patas e iba a girar hacia el otro lado cuando algo cayó encima de ella. Su cuerpo se estrelló en el suelo con un sonido sordo y con dos pesadas patas sobre sus omoplatos donde sus huesos crujieron, aunque no se lastimaron en demasía. Aterrada y presa del miedo se sacudió y gimió bajo lo que estuviera sobre ella, pero al sentir el aroma y el gruñido que vino supo que era el alfa.

lastimeramente, lamentándose de haber sido

no te movieras- escuchó al alfa grunir sobre su cuerpo. El lobo era tan grande en comparación con ella que impresionaba, y el otro macho delante no se quedaba atrás. Sus

era su mate. Estaba respondiendo a esos dos lobos en partes iguales y eso la desconcertaba a la vez. Mas no podía entrar ahora en detalles. Un Benido salió de sus labios y comenzó a temblar. No pudo evitar que su cuerpo se calentara

los dos lobos se percataron del estado en que estaba entrando ella al oler su excitación que pronto estaría al mismo nivel que su miedo. Ambos gruñeron en respuesta y el pelaje erizado del lomo de ambos descendió un poco. Desde que la habían visto saltar le habían caído detrás. Y fue extraño, pero en ese momento ninguno luchó por ver quién sería el que la agarraría, solo estaban centrados en llegar a ella. Y más fue la impresión para ambos cuando intuitivamente habían terminado actuando en conjunto. Ethan se relamió el lobo al sentir el rico olor de las feromonas de la hembra, su hembra, su mate. Las olía más fuerte dado que la había marcado

se habían acabado. Dixon había bajado su cabeza casi a la altura de la de la loba y gruñía reclamándola como suya y advirtiéndole que no se acercara. Con su cuerpo casi la cubrió. – Apártate de mi loba – Ethan alzó la cabeza sacando su pecho intentando verse lo más grande y agresivo posible. Sus colmillos completamente desenfundados y salivaba de la rabia. Aquel lobo que supuestamente era su hermano como había resultado en el ritual no lo dejaba acercarse a su mate. Eso era más de lo que podia soportar. -Ella es mía- Dixon no se sintió intimidado en lo más mínimo. Una

haber dos machos intentando excitarla, ahora estaban ellos dos luchando por ella y no había nada peor que eso para una loba. Y no pasó mucho tiempo antes

y corrió por el costado. Necesitaba salir de allí o terminaría peor. No

dado dos a cambio, pero acaso

esas palabras en su mente

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