Capítulo 54

Era bastante buena en el arte de revertir las situaciones. Queria reír, tiré de la comisura de mis labios, pero mi mejilla dolia terriblemente, solo pude decir: “¿Acaso me diste la oportunidad de hablar?” Siempre que se trataba de Andrea, él se desesperaba.

“Cloé…” Isaac intentó continuar hablando pero lo interrumpi diciendo: “Ya está, ella te espera en el auto.”

No quería seguir hablando con él y volvi a subir al auto. Al cerrar la puerta, su mano grande se aferró a ella: “Cubre las heridas de tu cara, no vayas a alarmar al abuelo, de lo contrario él seguro que…

Cada palabra era como un tormento en la punta de mi corazón, desgarrándome el alma enteramente. No tuve el valor de seguir escuchando, cerré la puerta con fuerza, dejándolo fuera.

Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, rápidamente desvié la mirada para que no viera mi desdicha. A quien golpearon fue a mi, pero lo que le preocupaba era que Andrea recibiera una reprimenda.

Sin importarme que aún no se hubiera ido, pisé el acelerador y sali del estacionamiento. Justo cuando me detuve frente al edificio de la empresa esperando el semáforo, recibi una llamada de Leticia. Despejé mi garganta antes de contestar.

Ella preguntó apresuradamente: “¿Qué dices? ¡¿Esa zorra te golpeó?!”

“Nuestra empresa no se queda corta en cuanto a chismes, eso es seguro.” Comente yo sarcasticamente..

bromear, mujer Me regañó Leticia, realmente ella estabal molesta: “Asi

no es nada serio, no es grave.” Argumenté, no queria que se preocupara por mi. Y sabiendo lo temperamental que era, sin nadie que la detuviera, podía hacer

no me creyó: “No me mientas, ya me enteré, ite golpeó en la cara! Esa

serio estoy bien, no te enfades.” Traté de calmarla.

te vale que estés bien!”

Le aseguré una y otra vez, y luego, preocupada, le dije: “Ahora voy a volver a la casa familiar por un rato, luego iré a tu casa para que

y, sorprendentemente, colgó

alguna manera, un sentimiento de inquietud se apoderó de mi, así que le envié un mensaje por WhatsApp. Al ver que respondió de inmediato, me senti un poco

maquillaje para cubrir las cinco marcas de dedos claramente visibles en mi cara. No era por temor a desagradar a Isaac. Sino porque su abuelo estaba enfermo, aquel día en Montes Global Enterprises se molestó tanto que me dio un susto, no

terminé de arreglar mis cosas y bajé de auto, el mayordomo Mario González me recibió, con una sonrisa amable

usted llevaba largo rato en el auto sin bajarse, el señor estaba preocupado y me mandó a

sonreí suavemente: “¿Así que ya volviste de tu pueblo natal? ¿Arreglaste todo bien allá? Si necesitas

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Capitulo 54

nosotros, no

de Ricardo Montes, toda la familia lo estimaba mucho. Hacia poco que su padre, de casi cien años, había fallecido, y tuvo que volver a su pueblo natal para encargarse de los asuntos post mortem.

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