Capítulo 136

Estuve a punto de decirlo, pero me contuve justo a tiempo. Decirlo no tendría sentido. Tiré de la comisúra de mis labios y luego dije: “Eres realmente un héroe sin capa, ¿puedo pedirte que hagas otra buena acción el próximo mes?”

“Di.”

Con voz suave, dije: “Ir a buscar el documento de divorcio.”

La presión que me ataba se tenso de repente, pude sentir claramente cómo los dedos del hombre temblaban, y luego, un silencio tenso apareció entre nosotros. Después de un largo rato, las puertas del ascensor se abrieron de golpe, y una pareja amorosa salió de él. Isaac se distrajo por un momento, y aproveché para liberar mi muñeca y dar un paso hacia el ascensor. Presioné el botón para cerrar la puerta, y a medida que las puertas del ascensor se cerraban lentamente, senti una sensación de alivio que había estado ausente durante mucho tiempo. Separarse era la mejor opción. Solo podiamos

separamos.

Esa noche, no sé si fue porque finalmente se resolvió el asunto o porque estaba demasiado cansada, pero dormi hasta las nueve y media del dia siguiente. Ni siquiera Leticia yendo a trabajar logró despertarme. En la olla arrocera, había dejado preparado un caldo de arroz con huevo y carne magra. Me comí dos platos, preguntándome por qué tenía tanto apetito y cuando finalmente cai en cuenta recordé que había tenido un aborto espontáneo. Sin los malestares del embarazo, naturalmente mi apetito mejoraría. Si no fuera porque cada vez que iba al baño aún podía ver sangre, sentiría que había sido un sueño efimero e irreal. Después de comer, me senté al sol y continué con el borrador de diseño para el concurso. Ya casi lo había terminado y solo necesitaba dar los toques finales.

Una vez terminado, ajusté algunos detalles y luego abri mi correo electrónico para enviarlo. Justo cuando estaba a punto de estirarme para relajar los hombros y el cuello ligeramente adoloridos, recibi una llamada. Contesté, confundida: “¿Hola?”

La voz de Isaac era tranquila: “Si no quieres divorciarte, ¿por qué actúas con tanta terquedad?”

“¿Qué estás diciendo?”

Me senti completamente desconcertada: “¿De qué hablas?”

“Ya me enteré.”

suavizó: “Tu tio vino a buscarme, dijo que

¡Nunca imaginé que Gonzalo se

no respondía, intentó persuadirme a medias: “Cloé, no hemos llegado al punto

palma de mi mano y le pregunté:

“Acaba de irse.”

la puerta sin mirar

que te estaba diciendo,

“Basta.”

de su frase. ¡Eso era absurdo!

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Capitulo 136

de la habitación estaba abierta, y el olor a tabaco llenaba el aire. Gonzalo y Alberto estaban

cualquier cosa menos acompañantes de un paciente. Incluso la comida nutritiva y la bandeja de frutas

escupió unas palomitas que tenia en la boca y se sentó, diciendo con desgano: “¿Quién te

algo.”

mano a la nariz para dispersar

a hacerse unos

“Bien.”

no volvería por un buen rato, así que no tenía nada que temer y lo

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