Capítulo 161

Al oir esa frase, me quedé brevemente aturdida. Esa pregunta, aparte de Leticia, que me había preguntado algo similar, realmente nunca me la había planteado a mi misma. ¿Seria? Si el chico que me hubiera salvado aquel día hubiera sido otro, y al despertar hubiera visto a otro chico. ¿Realmente me habría enamorado de ese otro? O’si Isaac nunca me hubiera ayudado, ¿seguiría sintiendo por él lo mismo que sentía en aquel momento? Entonces, ese cariño que había sentido todos esos años… ¿qué era en realidad…?

Mis pensamientos se entremezclaban, no me atrevía a seguir pensando en ello, y sacudi la cabeza suavemente diciéndole: “Isaac, no puedo darte una respuesta.”

Isaac, quien siempre parecia llevar las cosas con ligereza, casi no pudo mantener su compostura, su mandibula se tensaba cada vez más, y finalmente soltó un suspiro turbio acompañado de un: “…Está bien.”

“¿Es tan importante el motivo por el cual me gustabas?”

No sabía por qué parecía, de alguna manera, decepcionado. Si ya habíamos llegado al final de nuestra relación, ¿por qué seguir indagando en el motivo por el cual comenzó?

Isaac evitó mi mirada, apresuradamente apagó el cigarrillo y cambió de tema: “Lo que dijiste, te lo prometo.”

“¿Qué?”

Me quedé un poco sorprendida, hasta que caí en cuenta: “¿Lo de Andrea?”

Asintió: “Si.”

por el alma de tu abuelo que en paz descanse.”

miró profundamente, como conteniendo algo, y al final, su voz sonó algo ronca y apresurada: “Mejor ve a dormir,

no había hablado cuando ya estaba caminando Hacia la entrada, cambiándose

cambiaré la contraseña. De ahora en adelante, mejor si no tenemos nada que ver el uno con

y sus nudillos sobre la

tan complaciente, lo cual me sorprendió un poco, pero también me alivió.

senti una calma y relajación que hacía tiempo no experimentaba, me di un baño de agua caliente, me puse una mascarilla con seriedad y cuidé de mi piel. Lei un poco, apagué la luz y me fui a dormir. Senti como si hubiera vuelto a

sofá viendo los últimos desfiles internacionales cuando el timbre sónó de repente. Pensé que era el pedido de frutas y verduras que había hecho, así que me dirigí

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Capriul 161

con los ojos desorbitados mientras me decía: “Cloé, eres de verdad una astuta desgraciada. ¿Le

ella, asi que simplemente tomé mi teléfono para llamar a seguridad: “Hola, soy la dueña del departamento 2002,

sientes culpable, verdad?”

se rio con desdén, llenándose de ira y diciéndome: “¡Debes haberle dicho algo! ¿Por qué si no estaria él protegiéndote ahora? Primero me obliga a darte la

“Espera.”

de la familia Montes, tengo más derecho a usarla que tú. Deberías estar agradecida

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