Capítulo 170

Un tipo con voz áspera le dio una patada a Gonzalo, agarró una botella de vino y la apuntó hacia sul frente diciéndole: “¡lmbécil, crees que puedes engañar a Alex jugando con la señora Montes? ¡Qué tontería! ¡Si hasta el presidente Montes ha ido a comprar toallas sanitarias para su nueva amante, crees que le importaria pagar tus deudas de juego por ser el tío de su exesposa?”

Gonzalo, completamente desprevenido, cayó al suelo y se arrastró torpemente hacia el hombre que lideraba el grupo diciéndole: “¡Alex, Alex! Te juro que no te estoy engañando, ella realmente es la esposa de Isaac. ¿No vieron el hospital donde está internada mi esposa el otro día? Si Isaac no se hiciera cargo. de ella, ¿cómo podria mi esposa estar en la habitación de la Clinica Horizonte Azul?”

Lo miré fijamente con furia y le dije: “Gonzalo! Eres un ingrato, ¿crees que habría ido a suplicarle a Isaac por esta habitación de hospital si no fuera por mi tia? ¿Y ahora utilizas esto para perjudicarme?”

Gonzalo ignoró mis palabras, abrazando las piernas de Alex y suplicándole: “Alex, además, aunque un camello esté flaco, sigue siendo más grande que un caballo. Aunque ella se divorciara de Isaac, ¿no crees que él le daría algo de dinero? ¡Diez millones de pesos para ella son una nimiedad!”

Diez millones de pesos. Ese pobre diablo se atrevió a acumular una deuda de juego ta

tan astronómica.

Estuve a punto de morir de la ira y le pregunté: “¿No tienes vergüenza? ¡No recibi un centavo en el divorcio, ni un solo peso!”

“Cloé…”

servilmente y diciéndome: “Hazle un favor a tu tio, solo son diez millones. Si me ayudas a pagarlos, prometo

manera.” Lo rechacé de

de él, y ahí estaba

quién te crio cuando eras pequeña? ¡Sin mi, ya estarías muerta! Ahora que estoy desesperado, ¿no puedes ayudarme?”

dejó su vaso de vino, encendió un cigarrillo y con un gesto hizo que el tipo con voz áspera

cocodrilo, se acercó y me miró desde arriba diciéndome: “Señorita Coral, ¿verdad? No quiero complicarte las cosas. Paga lo que debes y aquí no ha pasado nada. De lo contrario, tu tio

aún, ambas, para que nunca

Cualquiera de esos era motivo suficiente para una condena

“Vaya…

lengua, piso mi muñeca y la presionó con fuerza diciendo: “Quién

tanto carácter.”

todas formas, no tengo dinero.

presionada entre el suelo de concreto y la suela de su zapato, apretando

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