Diario de una Esposa Traicionada

Capítulo 205

Una amante criticando a otra. Nunca me lo hubiera imaginado, pero justo cuando me reia, detrás de mí, no muy lejos, también resonó una risa ahogada. Me sobresalté y al girarme, me encontré con un rostro algo despreocupado y desenfadado, cuyos labios esbozaban un aire de descaro. Llevaba una chaqueta de cuero y se apoyaba casualmente contra la pared diciéndome: “La señora Montes tiene gustos muy peculiares.”

Al ser sorprendida espiando, me senti algo culpable, pero enseguida me pasó y pregunté: “¿Acaso túno haces lo mismo?”

“Yo no quería interrumpir tu deleite.”

“Pero ahora lo has hecho.”

Le respondi con sarcasmo, echándole una mirada mientras le preguntaba: “¿Quién eres tú y cómo sabes quién soy?”

“Camilo Galindo.”

Lanzó su nombre, abandonando su pose despreocupada y se enderezo para luego soltar: “Señora Montes, hasta luego.”

Con esas palabras, se marchó, agarrando a la niña rica por su coleta y con una lengua venenosa dijo: “Abril Monroy, con esa inteligencia que ni siquiera te permite distinguir quién es la figura principal aqui, mejor deja de ser la otra.”

Abril frunció el ceño con furia y le dijo: “Hermano! ¿Qué quieres decir?”

llamarme de esa manera tan repulsiva, te envio de

mirada significativa y justo cuando pensé que iba a revelarle la verdad a su “querida hermanita”, simplemente aplaudio diciendo: “Eso queria decir con que

mi cabeza los hijos de familias ricas de Puerto Nuevo, definitivamente él no estaba entre ellos. Pero aun así. Poder vestir tan informal en el octogésimo cumpleaños de Jimena Guzmán, y moverse con tal soltura en un evento asi, definitivamente

eso, mi

de Isaac llegó

baño del primer piso, acabo de presenciar cómo tu amante

ni qué otra? ¡Voy

escuchar eso, la voz de Isaac se enfrió aún más, y

tarde, justo acabaron de discutir. De lo contrario, podrías

“Cloé.”

tratando de descifrar alguna emoción en mi rostro, pero al final se marchó decepcionado, mientras me preguntaba: “¿Así

pregunta aún me dolia. Pero no por él, sino por mi. Más de tres años de matrimonio,

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en que perdí a nuestro hijo. Todos esos dolores profundos y punzantes, los había superado por mi propia cuenta. ¿Cómo no iba a sentirme herida y decepcionada cuando me preguntaba

apreté mi mano con suavidad, y sonrei ligeramente diciéndole: “Asi es, estamos a punto de obtener el certificado de divorcio,

tienes

mi muñeca y arrastrándome: “Ven conmigo a