Capítulo 237

Capítulo 237

Esperándolo regresar a casa por las noches, y al abrir los ojos por la mañana, podía verlo durmiendo a mi lado. Esa sensación de felicidad, alguna vez me hizo caer profundamente. Pero una vez que la ilusión se desgarraba, ya no había vuelta atrás, incluso llegué a pensar que en aquel entonces era ridiculamente ingenua. El solo me estaba dando largas, y yo, en cambio, sentí verdadera alegría… Un sabor amargo subió desde el fondo de mi corazón hasta mi nariz, giré la cabeza, inhalé y no continué la conversación. Ni siquiera sabía qué más decir. ¿Compadecerme? ¿O aprovechar para maldecirlo? Nada de eso tenía sentido.

El exhaló profundamente: “Ahora, me doy cuenta… que Victoria también parece diferente de lo que recordaba.”

Fruncí los labios levemente: “¿Cuántos años tenías cuando ella tuvo el accidente tratando de salvarte?”

“12 años.” Isaac lo recordaba muy claramente, sin dudarlo respondió.

No pude evitar murmurar: “No es de sorprender que fuera tan fácil de engañar.”

Un niño de primaria, que podría ser engañado hasta para contar dinero después de ser vendido. Mucho menos para una persona viva que, en su intento de salvarlo, terminó en una cama de hospital, sumado a los constantes consejos de Jaime. Y con los métodos de Victoria, casi podía imaginar cómo trataba a Isaac después de casarse en la familia Montes, seguramente con cuidados y atenciones en cada detalle. Esperando que Isaac, eventualmente, pudiera ofrecerle una vida aún más lujosa. Sería mejor si también pudiera casar a Andrea en la familia.

no entendió mis palabras y preguntó

¿qué es lo que encuentras diferente

me case con Andrea.” La voz de Isaac

hija pudieran reconciliarse era realmente inesperado. Hacía apenas unos días estaban peleando en el registro civil, y ya habían

bromeando: “¿Y qué tal Abril? ¿Una esposa principal

como prometiéndome: “No me casaré con nadie. No escuches ni creas lo que dicen los demás.”

palma de mi mano: “Con quién te cases ya no me

mañana tengo cosas que hacer, mejor vete.” Era mejor

un momento, pero acostumbrado a ser dominante, claramente no pudo soportar que lo echara repetidamente, levantándose incómodo, con

pero no tienes permitido vender la

estaban húmedos, y su voz un poco

me negué, perdiendo la paciencia: “Ya te dije, no lo necesito. Qué hacer con la casa

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