Capítulo 254

Capítulo 254

En un instante, la casa quedó tan silenciosa que se podría escuchar caer un alfiler. Los ojos de Isaac, oscuros como obsidiana, me miraban fijamente, turbulentos y con emociones que no podía disolver. Parecía que esa actitud de indiferencia que solía rodearlo ya no podía mantenerse. La atmósfera se volvió tensa y opresiva.

No supe cuánto tiempo pasó antes de que finalmente se levantara lentamente, doblara la manta con cuidado, agarrara la chaqueta que estaba sobre el sofá de una plaza y la colgara en su codo, mientras decía con una voz profunda: “Disculpa por molestarte anoche, me voy ahora.”

Inconscientemente, me encontré jugueteando con mis dedos, pero aun así, le pregunté de nuevo: “¿Y el

certificado de divorcio…?”

“Hablamos de eso después.”

Isaac evitó mi mirada, sus mirada estaba ligeramente decaída, escondiendo sus emociones y dijo: “Acabas de escuchar, César llamó, tengo que volver a la empresa para una reunión.”

Con esas palabras, casi sin darme tiempo para responder, se alejó con grandes pasos. Como si temiera que yo dijera algo para rechazarlo. Bajé la mirada al suelo, escuchando vagamente el sonido del ascensor llegando afuera, y forcé una sonrisa amarga.

repente, mi celular sonó, trayendo mis pensamientos de

humor: “Cloé, ¿recuerdas la oficina que vimos el otro día y que tanto nos gustó? Acabo de

“Claro que sí.”

a la lavadora, respondí: “¿Ya fijaste la hora? Estoy libre en cualquier momento. “Ya está todo arreglado, pasaré por

“Está bien.”

colgar, me cambié de ropa y me puse un maquillaje ligero. Justo cuando bajaba, el pequ Audi de

nos estaba esperando en el vestíbulo. “Señorita Coral, señorita Navarra, la dueña también llegará

objeciones. La dueña realmente llegó rápido, pero cuando vi que era la madre de Abril, me quedé un poco sorprendida. No sabía si era coincidencia o qué, pero tenía un mal presentimiento.

Hermès, no pareció sorprendida al verme, en cambio su actitud era distante y fría mientras me preguntaba: “¿Así que tú quieres alquilar el

Respondi con

presentando con entusiasmo, Lorena interrumpió con indiferencia: “No te molestes en presentarnos, ya sé quién es

si me hubieran abofeteado

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del hombro, pero en ese momento también sentía algo extraño y me echó una mirada, preguntándose qué pasaba. Le dije que no con la cabeza, y Lorena se detuvo en la puerta de una sala de reuniones, mirándome fijamente

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