Diario de una Esposa Traicionada

Capítulo 260

Frunci el ceño, captando lo esencial y pregunté: “¿Por mi? ¿El se lastimó esta vez también por mi culpa?“!

César se rascó la cabeza asintiendo: “Mmm…3

Me estruje el cerebro, pero no pude recordar haber causado recientemente ningún problema a Isaac. Entre nosotros, incluso el contacto había sido escaso esos días.

Con César dudando, decidi ser directa: “Si no me lo dices, iré a preguntarle yo misma.”

“No.”

César finalmente soltó: “Es por lo que pasó la última vez en el edificio abandonado en las afueras de la ciudad, ¿recuerdas?“?

“Lo recuerdo.” Cómo olvidar la primera vez que me

ue me secuestraron.

¿Pero ese incidente no se había resuelto ya?

Al mencionar eso, César se mostró enfadado: “Ese hijo de… Esteban Robles, el calvo, ¿lo recuerdas? Queria forzarmos a cederle ese terreno al oeste de la ciudad. Cuando se dio cuenta de que no podia con ello, volvió a suplicarle al presidente Montes, pero exigia el ochenta por ciento de las ganancias y el presidente Montes no estuvo de acuerdo.”

“¿Y luego?

para hacerlo acceder pero sus hombres, como idiotas, bloquearon el auto del presidente Montes en plena

torbellino de emociones. Era por mi culpa, después de todo.8

al presidente Montes no le gusta que otros

la palma de mi mano y le dije:

él quien se metió en problemas por salvarme la última vez. Al volver a entrar, Isaac estaba a punto de acostarse en la cama, pero

a alguien?” Me acerqué a ayudarlo, permitiéndole recostarse con mi ayuda.

casi cayendo sobre su herida, mientras sus ojos se llenaban de expectativa: “Es

Parecía muy satisfecho.

mpidamente, apreté los labios y le dije: “Solo vine porque supe que los problemas fueron por

algo, era que me sentia culpable. Esa herida de bala casi le cuesta la vida, y en aquel momento estaba tan gravemente hendo de

y con voz suave dijo: “No hagas caso a las tonterías de César, no es tu culpa.”

verdad no es mi culpa?”

dije: “Si no es asi, me

fuera, por lo que agarró mi mano, sus oscuros ojos estaban fijos en mi, mientras su voz se escuchaba baja y calmada: “No es tu culpa,

quien habia anhelado durante tantos años, diciendo algo así, Cómo podria no afectarme. Pero no me atrevi a seguir la

cuidaria de él tranquilamente esos días,

través de mi y preguntándome: