Capítulo 393

Se había convertido nuevamente en ese Camilo estrafalario y desenfrenado, imposible de descifrar.

Mientras tanto, la familia Monroy, a través de contactos de Isaac, había encontrado a un renombrado médico de medicina tradicional retirado para examinar a la anciana y tratar de desintoxicarla desde la raíz. La razón por la que la abuela estaba inconsciente se debía a que el veneno había llegado a sus venas cardíacas; aquel día en el hospital, se trató la emergencia, pero no la causa subyacente.

Aquel día, después de una cena con el equipo de la empresa. Jazmín, como si no quisiera, se quedó atrás del resto de los empleados, caminando a mi lado, e intentó sondarme con precaución:

“Cloé, ¿nunca has sentido algo por mi hermano, verdad?”

Sabia que venía de parte de Camilo. Pero, justo el día anterior, Gregorio me había llamado para advertirme.

Le sonrei diciendo: “Eh, nunca.”

“¿Nunca qué?” Insistió ella.

Isaac se acercó rápidamente, deteniéndose frente a mi con su porte elegante, me dijo: “Amor, vine a recogerte.”

mi habitación y cerraba la puerta con Ilave. Él intentaba de mil maneras agradarme, buscaba cómo hacerme feliz. Pero por alguna razón, nada era suficiente. Cuando un huevo se quiebra o cuando un papel se arruga, no importa que haga, nunca quedará como estaba

en la puerta, tocando: “Cloé, abre la puerta, te calenté leche, para

seguiría tocando. Como en la cena, si no comía, no me dejaría levantar de la mesa. Él pensaba que estaba enojada con él, pero realmente me era imposible comer, el solo olor me revolvía el estómago. Abrí la puerta, tomé el vaso y me

Le dije; luego volví a cerrar la puerta con llave y corrí al baño a vomitar

calendario de mi escritorio y lentamente taché ese día. Solo quedaban siete días. En siete días, nadie podría decidir por

restantes, incluso mi eficiencia en el trabajo mejoró notablemente. Trabajando horas extras con Borjas, finalizamos los diseños de la colección de verano. Al mediodía, fui a preparar café para despertarme, pero al tomar la taza, se me resbaló de las manos, rompiéndose en pedazos y

oficina, visiblemente

Levanté la vista de mis

y, tratando de actuar natural, tomó mi teléfono mientras decía: “Mi teléfono se quedó sin batería,

Le dije intentando alcanzar el cargador, pero ella insistió: “No, está cargando. Solo que se calienta mucho si juego

ratos libres, así que no pensé mucho en ello y volví a mi trabajo accediendo a prestar mi

jugaba y preguntaba: “¿Has ido al médico últimamente? ¿Te has sentido mejor con la

vista, respondi: “Mucho

Deberías descansar la vista, mirar cosas verdes, usar menos el móvil. No

me hizo sospechar, lévanté la vista y pregunté: “Leti, ¿me estás ocultando

rápidamente:

“Dame el teléfono.”

jugando!”

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