Capítulo 427

T

Ella suavizó su mirada preguntando: “¿Y tú? ¿Cómo va lo de tu depresión?”

“Ya dejé la medicación.”

Sonreí y dije: “Un amigo en Francia encontró un especialista en psicología, he estado allí en tratamiento durante los últimos dos años, y la verdad es que ha ido bastante bien.”

Al menos, incluso cuando recordaba esos momentos del pasado, al ver a las personas de antes, ya no entraba en pánico, ni temblaba, y mucho menos pensaba en suicidarme.

De vuelta en Puerto Nuevo, la noche que me encontré con Isaac en el hotel sin esperarlo, mi sueño segula siendo bastante bueno.

“Eso es bueno.”

Inés suspiró aliviada y le echó un vistazo al reloj diciendo: “Ya casi es hora de que me vaya al aeropuerto, yo hablaré con él, buscaré el momento adecuado para explicarle, para que esté preparado.”

Se levantó, señalando hacia la habitación donde estaba Elías y con un gesto de resignación dijo: “En cuanto a mi hijo, temo que te moleste bastante durante este tiempo, Camilo no tiene paciencia con él.”

“No te preocupes, a mí también me gustan los niños.”

La acompañé sonriendo hasta la entrada: “Elías está en casa, así que no te acompañaré más.”

caes muy bien, estaría encantado si te

seguir la conversación y solo dije:

salió empujando las dos

de casa, Elías abrió la suya, asomando su pequeña cabeza a uno y

se fue.” No

como madre, era muy despreocupada; antes de irse de viaje,

encogió los hombros

consolándolo: “Pero ella nos enviará un mensaje cuando aterrice, ¿está bien?”

bien, la

habló con voz dulce, apoyando su cabeza en mi hombro mientras me decía: “Hermana, ¿has terminado

para echarles un vistazo. Vaya. Comprarle a un pequeño rompecabezas para adultos. Eso sí que era falta de paciencia, hasta en las compras se notaba la falta de esmero.

lo sorprendente era que Elías, sin mostrar impaciencia, ya había

“Claro,

fue un proceso muy fluido, así que no había prisa. Por alguna razón, pensar en diseñarlo para ella me llenaba

intensamente. Elías y

levanté y miré quién llamaba, sonriendo al contestar: “¿Qué pasa, David?” Era una llamada de

otro lado, David habló con un tono amable y sonriente: “¿Estás

a venir a

un poco, y luego dije: “No, no estoy en un hotel,

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