Domesticame! Mi pequeña y gran Elia

Capítulo 19

Cuando las cosas se pusieron tensas, Elia tomó la iniciativa Sostuvo la cara de Asier con ambas manos, pegó su mejilla a la de él, cubriendo su

vista con el dorso de su mano

En ese momento, el segundo, el tercer y el cuarto niño salieron corriendo de la oficinal

Pasaron junto a Elia y Asier en el pasillo, ya que estaban abrazados fuertemente y Elia cubría la vista de Asier con su mano, los niños, que eran demasiado bajos, no podian ver fácilmente.

Los chicos no reconocieron a su madre en la cara de la mujer que no podian ver Comeron al ascensor, cerraron la puerta y se fueron

Maribel salió correndo tras ellos Al ver a la pareja besandose delante de ella, sintió como si la hubieran electrocutado. Habia dolor y conmoción. era insoportable. Porque el hombre que estaba besando a la mujer era Asier, el hombre que habia amado durante diez años!

Se quedo alli, rigida, con los ojos llenos de ira y celos.

sentia muy asustada. El aliento caliente y fuerte del hombre se esparcia entre sus fosas nasales con un fuerte deseo de

un momento, Elia se asusto

y su cuerpo se debilitó. Si no fuera por la mano del hombre que la sostenia, ya se habria

debajo de su ropa y sus manos callosas provocaron un choque eléctrico en

y de repente volvió en si, dándose cuenta

lo alejo y dijo con panico

lágrimas, sus labios, rojos por el beso, estaban manchados de saliva, parecían

cosechada

ronca: “No es esto lo que querias? ¿Por qué finges?” Te vi disfrutario antes, incluso sosteniendo mi cara para profundizar

dándose

él. Había escuchado truenos antes y había saltado sobre el inconscientemente, rodeando su cuello

casa abandonada, habia desarrollado una sombra por los truenos Cada vez que tronaba, sentia como si el sonido resonara en su corazón, su

escondia bajo las mantas en casa. Había intentado superar

la situación era especial y salto sobre el hombre por

se sentia un poco avergonzada y culpable Se rasco la nuca con una sonrisa incómoda y dijo “Sr. Griera, lo siento, tengo miedo de los truenos, no

era delgada y parecia muy pequeña de pie frente a él. El la miró hacia abajo y vio que sus largas pestañas temblaban nerviosamente.