Domesticame! Mi pequeña y gran Elia

Capítulo 54

Elia no habría perdido el equilibrio ni habría hecho que el vino se derramara si Asier no la hubiera agarrado bruscamente del cuello y luego la hubiera soltado. La causa de todo esto era el dinero.

Asier finalmente entendió por qué Elia estaba llorando.

Recordó lo que Vania le habia contado, lo dificil que era la vida de Elia y cómo ella luchaba por ganar dinero, incluso si eso significaba cometer un delito. Pero todo el dinero que ganaba se perdia debido a su madre.

Para Elia, esa suma de veinte mil dólares era astronómica. No era de extrañar que estuviera llorando tan desconsoladamente y se sintiera tan desesperada y desamparada.

Asier sacó la cartera de su bolsillo, extrajo una tarjeta negra y la lanzó sobre ella: “Toma, gasta lo que necesites, no tiene PIN“.

Elia agarró la tarjeta negra con bordes dorados y la miró, limpiándose las lágrimas con la manga. Luego, se puso de pie y, conteniendo sus sollozos, dijo: “Le dire al encargado que ustedes compraron el vino. Voy a hacer el pago ahora mismo“.

De todas formas fue su culpa, deberia compensarla, Elia no tenía por qué rechazarlo.

pero sabia que para Elia, esa cantidad era inmensa Además, la botella se rompió debido a su propia acción, por lo que era su

del cuarto privado, todo era un caos, las mujeres que habían sido traídas alli

simple camarera se atreviera a enfrentarse

el Sr. Griera incluso le lanzara su tarjeta negra para que gastara lo

noche, y algunas incluso esperaban ganarse su favor de cualquier manera posible incluso si no ganaban dinero, estaban dispuestas

vistosamente vestida, tenia más coraje y se acercó directamente a Asier, extendiendo la mano para tomar

tocar el brazo de Asier, fue disuadida por su mirada

una risa incómoda, pero aun asi no se rindió y le guiñó un ojo coquetamente: “Sr. Griera,

respondió

se quedo paralizada

conmigo. No molestes a Asier. Tiene a alguien

mirando a

nada. Asier tiene suerte en el amor, ¿cómo puede importarle una mujer del pasado?” Orson

su mirada gélida en Orson y le dijo con frialdad: “Orson, esta noche bebe todo lo que puedas. Mañana el Dr. Morales irá a tu casa y después de la anestesia, tu lengua no podrá saborear