Capítulo 68

Josefina andaba por el senderito con Abel y Joel.

En aquel momento, Iria e Inés sostenían juncos peludos en sus manos, al soplar, los pelos de los juncos volaban por todos lados, como si fueran dientes de león.

La mirada de Asier pasó por encima de los pelos de los juncos flotantes y vio a las dos pequeñas.

Tenían los labios fruncidos y las mejillas abultadas, como dos pequeños peces dorados.

Rosalinda vio el lujoso coche que se acercaba, sabia instintivamente que sus ocupantes no eran gente común, llevó a las dos pequeñas hacia un lado: “No soples más. Mira, los pelos de los juncos están volando hacia el coche.”

Ina estaba divirtiéndose mucho, sus mejillas regordetas estaban enrojecidas como una manzana, incluso llevaba dos coletas, era tan adorable que daban ganas de morderia.

“Los pelos de los juncos son muy lindos, me gustan mucho, si se pegan al coche lo harán más lindo Las palabras de iria ablandaron el corazón de cualquiera que las escuchara

Asier las miraba, no le gustaban mucho los niños, pero esas dos niñas eran tan bonitas, una llevaba coletas y la otra una gorra de pato, pero ambas llevaban chaquetas rosas con orejas de conejo.

Su apariencia adorable le conmovió el corazón

“Puede que los adultos no piensen lo mismo sobre lo que tú encuentras lindo. Dejemos pasar al coche. Dijo su abuela con paciencia.

una vuelta y vio a la

se Huminaron: “Eh, ese chico me parece

lo había visto en alguna

a la frente, los niños de

subió su gorra un poco para dejar sus ojos al descubierto, también vio a Asier, sus

ese chico!”

se suavizó un poco

eran realmente adorables y hablaban de manera

a recordar: “El no es un chico, es un señor y no lo

eres tan guapo, ¿podrías ser amigo de mi mama? Mi abuela quiere que mi mama salga en citas, si ella tiene un novio, ya no tendrá que

camino a casa, Rosalinda habia estado hablando de arreglar citas para Elia y encontrarles

se habia fijado en ese señor

ser su padre, ella estaria muy

hables sin pensar, ¿cómo podria el ser el novio de tu mama?” Rosalinda estaba asustada y rápidamente detuvo las palabras de

ningún hombre común la querría y mucho menos un

el interesarse por Elia, la

Asier. “Lo siento, las niñas son pequeñas,

su voz profunda. “No

bloqueando la vista

extraño que las dos niñas hubieran hablado con el Sr. Griega e incluso quisieran levarlo a casa como padrastro

hubiera sido en otro momento, su mirada

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