Capítulo 92

En realidad, ayer Elia intentó decir, que en realidad había ido a limpiar la oficina del Sr. Griera. ¿Quién iba a pensar que por casualidad vio a la Sta Maribel confesándole su amor a Asier?

“Ayer no solo te saltaste la mañana, por la tarde te pedi que limpiaras el último piso, ¿y qué fue lo que hiciste? Limpiaste todo, excepto la oficina del Sr Griera. ¿ya no planeas seguir trabajando? Te advierto, cada dia después del trabajo, voy a revisar personalmente lo que hiciste, puedo ver a simple vista si limpiaste o no, no pienses en holgazanear en horario de trabajo!”

Antes de que Elia pudiera terminar, Fernanda se adelanto y preguntó, con las manos en las caderas y una mirada inquisitiva.

Elia parpadeo sorprendida, resulta que lo que ella y la directora Fernanda estaban discutiendo no era la misma cosa.

Rápidamente retiró lo que acababa de decir, explicando “No es eso, directora Fernanda, el Sr. Griera estuvo trabajando en la oficina toda la tarde ayer, no queria molestarlo, asi que no entré a limpiar su oficina.”

“Esa excusa es aceptable. Entonces, a partir de ahora, esperas a que el Sr. Griera termine de trabajar, limpias la oficina y luego te vas.”

Elia sorprendida Y si el Sr. Griera tiene que trabajar horas extras?”

“Entonces también tienes que hacer horas extras, las horas extras se pagan aparte. Si vuelves a hacer lo mismo de ayer, y te vas sin limpiar la oficina del Sr. Griera. Una vez que lo descubra, te descontaré medio mes de sueldo!” Fernanda le advirtió.

amargamente Directora Fernanda,

que esta es la más factible. Así lo vamos a hacer.” Fernanda terminó y se volteó

se sintió

que Asier dejara la empresa para poder irse ella

si él será un adicto al trabajo, trabajando horas extras todos los dias, e incluso hasta

tendría que

queria volver a casa temprano todos los

último piso, mientras estaba trapeando, un

de tacón alto de color beige parecian

cabeza y vio la hermosa

una falda de terciopelo amarillo pálido combinada con un traje de moda del mismo color, su cabello negro también se había rizado, con un

era que en todas partes emitia un aire de alta sociedad, una gran transformación de su imagen

mujer, estaba tan deslumbrada que sus ojos se quedaron

Maribel le ordenó y se dirigió a su oficina con

paso que daba era firme y seductor, con una excelente

el trapeador y la

se paró frente al escritorio de Maribel y preguntó: “¿Srta. Maribel,

puso en el escritorio,

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