Capitulo 368

Nunca antes había considerado estar con Sergio, y ahora era aún menos probable.

Y sólo estaba resentida consigo misma por haber sido tan ingenua, pensando que cuando Asier le habló de responsabilidad hace cinco años, pretendía casarse con ella, incluso soñando con darles a sus hijos un hogar completo, y viviendo con su familia, conociendo a sus abuelos.

Su idea de responsabilidad era sólo construirle una villa a su familia y darle algun dinero de compensación.

Para un hombre de su riqueza y estatus, un problema que se podia resolver con dinero nunca seria pagado con su propio matrimonio.

Ahora se habia dado cuenta de la realidad y queria mantener su distancia, ¿no era eso suficiente?

Tan pronto como ella terminó de hablar, la mirada de Asier se volvió más fria, con una agudeza helada como una espina de hielo, fijándose en ella ¿Has visto alguna vez a un cazador dejar ir a su presa?”

El corazón de Elia se hundió, estaba desesperada.

El mensaje de Asier era claro, no la dejaria ir, porque ella era su presa, era su posesión personal

Su sensación de impotencia era tan palpable.g2

Elia no podia resistirse, volvió a su habitación, se acostó en la cama, inquieta, sin poder dormir.

Cuanto más pensaba, más oscuro parecía el camino por delante, sin salida.

perdida,

¿Qué deberia hacer?

la noche, mientras Elia estaba a punto de quedarse

los ojos con cautela, se giró y vio a Asier sentado al borde de la cama.

llevaba una bata de baño, con el frente abierto, revelando su pecho delgado y musculoso, sus músculos, tensos y definidos, estaban

asustó y rápidamente se movió hacia el otro lado de la cama, tratando de alejarse de él.

tan nerviosa que perdió el control y su cuerpo se

Elia gritó

fuerte y poderoso se extendió, se apoyó en su cintura, la trajo

cara de Elia estaba presionada contra el pecho musculoso

oia el “bum bum” constante y poderoso de

oleada de calor latente vino de la mejilla de Elia, como una corriente eléctrica, rápidamente circulando en su corazón,

lo peligrosa que era

y rápidamente

de nuevo en

resistencia

de Asier se oia tan ronca que podía hacerla temblar: “¡No te muevas!”

a sus brazos, era suave

abrumador, ese dulce aroma como

hace cinco

abrazo por un momento,

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