Domesticame! Mi pequeña y gran Elia

Capitulo 729

¿Cómo iba a confesarle a su madre que Asier ya no le permitia ver a los niños?

Ella, que era su madre, que los había criado a los cuatro, de un instante a otro, ya no tenia el derecho de verlos.

Si Asier estaba de humor, podia ver a sus pequeños tesoros siempre que quisiese, pero si no, por mucho que lo deseara, no podia.

Elia se sintió profundamente impotente.

“Mama, dame un tiempo, tengo mucho trabajo y los niños están ocupados con la escuela Cuando tenga un respiro, los traeré a casa“, le dijo Elia a Rosalinda, con la cabeza baja mientras comia.

Ella encontraria una manera de explicarle a Asier, para que él le permitiera ver a los niños

Entonces, los traena de vuelta a casa

“Bueno, estos dias tambien tengo que chatear con ese hombre en linea y crear un vinculo antes de conocerlo, Rosalinda se convencid

Al día siguiente. Elia se levanto temprano, tomé un taxi hasta Villa Serenidad, esperando a Asier para hablarle directamente g2

Pero el guardia de segundad le informó que Asier ya había salido antes de las cinco de la mañana

cinco, pero no llegó hasta pasadas las seis, aun asi, llegó

estaba haciendo Asier saliendo tan temprano? Nunca lo había visto ir a la oficina tan

ella vendna por la mañana para esperarlo, por lo que se

de esa manera, él realmente se estaba esforzando para

habia ido, Elia no se fue, siguió esperando hasta que casi las

el auto de Fabio llevando a los niños a

seguir el auto,

ventanas de la furgoneta eran de un vidrio que permitia ver desde adentro hacia afuera, pero no al revés.

los niños

eran bajos, y estaban sentados en los asientos del auto, a menos que miraran intencionalmente por la ventana, no podian ver afuera. Estaban sentados en

conductor ni siquiera redujo la velocidad, se fue a toda

alcanzarlo, solo pudo ver impotente cómo el auto se

detuvo, jadeando, el auto claramente la evitó y se fue a toda velocidad, seguro Asier le ordenó al conductor que no la dejara ver a los niños. Asier

frustrada, llamó a

respondió

“Bruno, donde estás ahora?”

C

oficina del presidente,