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Capitulo 923

Capítulo 923

El quardaespaldas le arrebató el collar de sus manos y, con sus largas piernas, se acercó a él

Gabriel, aterrado, retrocedia continuamente hasta que su espalda se apoyo en el mostrador de la tienda. No tenia a dónde ir

El guardaespaldas lo agarró por el cuello de la camisa y levantó el puño.

Gabriel, al ver el puño implacable y decidido, se asustó tanto que sus pupilas se dilataron y rápidamente suplicó “Por favor, señor Griera, perdoneme! Prometo no volver a tocar sus cosas ¡Ah!”

Antes de que Gabriel terminara de hablar, el puño del guardaespaldas bajo y golpeó su ojo

Gabriel estaba tan aturdido que veia estrellas y estaba mareado. Antes de que pudiera recuperarse, una serie de puñetazos le cayeron uno tras

ofro

Ah, ah, ah!” Gabriel gritó de dolor una y otra vez

asustados, se ocultaron sin atreverse a hacer un sonido.

pasaba por la tienda y, al ver lo que estaba

de traje negro parecian bien entrenados y con una reputación intimidante, nadie

fuese un saco de arena Cayó al suelo y los guardaespaldas continuaron

se encogió, cubriendose la cabeza con ambas manos, pareciendo

moverse y perdió el

Asier y

no extendió la mano para tomarlo. ¿Cómo podría querer algo

empleado y dijo. “Llévalo y

se atrevieran a descuidarlo. El empleado, apresuradamente, tomo el collar del guardaespaldas y lo arrojó al horno de fundición.

horno de fundición y se convirtió en un charco liquido. Solo los diamantes alrededor del dije de la nube se

que el collar de Asier se había derretido en el acto, el gerente general se agacho y dijo respetuosamente: “Sr. Griera, este collar costó cinco millones para hacer

de Asier? La gente en la tienda estaria más que feliz de

de pequeñas cosas terminaría perdiendo mucho. Ese era un principio que cualquiera en

entendia

el mundo empresarial, el que decidia la vida y la muerte en

comercial

se atreveria a

alli Asier dijo y

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