Capítulo 979

Sacó su celular y llamó al Dr. Morales: “No hace falta que venga, puede regresar a casa.”

“Ah, claro, está bien,” respondió el Dr. Morales con un tono de comprensión

Elia se quedo momentaneamente atónita cuando escuchó que el Dr. Morales no vendria La tensión que habia mantenido en sus nervios se relajo ligeramente y su respiración temblorosa se fue calmando poco a poco

Recientemente había sido castigada severamente por Asier, y su cuerpo todavia mostraba las marcas de aquel encuentro Si el Dr. Morales llegaba, sin duda se daria cuenta de su lamentable estado.

Ella podia soportar su propia miseria en privado, lamiendo sus heridas en el silencio de su habitación, pero que otros la vieran en esas condiciones seria aún más incómodo y vergonzoso.

Sabiendo que ya no tenía que preocuparse por ser descubierta en su aflicción, se sintió un poco más aliviada

El chofer que conducia el auto habia notado la tensión entre Asier y Elia en el asiento trasero durante todo el

camino

Asier emanaba un aura gélida y amenazante que se esparcia por el interior del vehículo en todo momento

El conductor sentia la presión en cada kilómetro recorrido, y no se atrevia a mirar por el espejo retrovisor por temor a cometer algún error que pudiera enojar a Asier y provocar que la ira cayera sobre él como un pez atrapado en una red.g2

un miedo palpable, finalmente llegaron a Villa Serenidad.

la puerta del auto

de la sala grande de Villa Serenidad estaban encendidas.

carro en el patio, salió respetuosamente a recibirlos: “Sr. Griera,

Fabio se detuvo por un momento, y luego, con una mezcla de sorpresa y alivio, expreso “Elia, también viniste. Me alegro de que estés bien. Los niños estaban muy preocupados por ti Los cuatro pequeños estuvieron ansiosos,

en el

Fabio quiso decir que los niños sabían que ella había sido secuestrada?

estado tan

durmieron,

verlos, dijo Elia, con el corazón lleno de preocupación por sus hijos, y se dirigió a las habitaciones de los pequeños

con la mirada pero no se movió de su

notando la expresión severa y gélida de Asier, se tenso y dijo con temor “Sr Griera,

y sirvanos, acaso necesita que yo le enseñe cómo hacerlo?” dijo

el sudor frio le corrió por la espalda, y se apresuró a

encargo

apresuradamente hacia

la habitación de Abel La luz estaba apagada y la luz tenue del salon se filtraba por la entrada No

en la cama.

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