Capítulo 1049

Mientras el guardaespaldas de Asier observaba cómo el enojo inundaba su mirada, tornándola de un color rojo furioso, se quedó petrificado, bajando la vista con timidez, temiendo ser arrastrado por la tormenta de rabia de su jefe.

Asier no pudo evitar sentir cómo su corazón se desgarraba al ver a Elia abrazando a Ramiro con desesperación, dispuesta a recibir cualquier golpe con tal de protegerlo.

En ese s

segundo, una ira ardiente brotó desde lo más profundo de su ser, extendiéndose por sus venas, como si quisiera consumirlo por completo.

“Elia, ¿tienes idea de lo que estás haciendo?” Asier mascullaba entre dientes, conteniendo su furia, sus ojos brillaban con un frio glacial.

Elia, al darse cuenta de que el guardaespaldas había detenido su ataque y de que aún sostenía a Ramiro en sus brazos, se apresuro a soltarlo y se volteo para enfrentarse a Asier, Al encontrarse con su mirada encendida de enojo, su respiración se entrecortó y, con lágrimas en los ojos, le suplico: “Por favor, deja a Ramiro en paz. Él solo queria ayudarme. Esto no tiene nada que ver con él. Yo regresaré contigo…”

Regresar con él significaba enfrentarse a las consecuencias, soportar la ira de un huracán, y someterse a su castigo.

Al ver las lágrimas de Elia, Asier sintió cómo cada una de ellas se convertía en un agudo pedazo de hielo que se clavaba en su pecho, provocándole un dolor sordo y frío.

Con el rostro tenso, Asier respondió con una sola palabra, pesada y tensa: “¡Bien!”

se acercó a ella y la tomó del brazo, atrayéndola

estrelló contra el pecho firme de Asier, como

que

su corazón, haciendo que latiera

Asier alrededor de su cintura, sosteniéndola con firmeza contra su abdomen. A través de la tela, podía percibir la solidez y el

de Elia se sonrojó de inmediato, como un camarón cocido, y su respiración se detuvo, sus pupilas se contrajeron

la noche, se clavaban en Elia, como si pudieran devorarla. por completo, dejándola aterrada y sin

y a Rosalinda!” ordenó a

giró y se alejó llevando a Elia consigo. Los guardaespaldas

a los niños.

ver que uno de los

los niños también subieron junto

tan gélido y tenso que parecía imposible respirar. La presencia de Asier creaba una atmósfera opresiva que hacía que

ni

y comenzó a elevarse lentamente.

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