Capítulo 1115

Gabriel se sintió humillado y aterrorizado en su interior, lanzando una mirada acusadora hacia Adela, deseando en su corazón que Asier simplemente la eliminara y asi acabar con el problema.

Asier dirigió la mirada hacia sus guardaespaldas y les ordenó: “¡Ayúdenia!”

Los guardaespaldas se movieron al instante. Los hombres que protegían a Asier eran robustos y corpulentos, con una presencia que imponía respeto y además, eran conocidos por sus habilidades en la pelea.

Si ellos intervinieran, seguramente el rostro de Adela quedaria irreconocible.

Adela estaba aterrada, retrocedió un paso y suplicó con miedo: “Yo lo haré, señor Griera, yo misma…”

Los guardaespaldas se detuvieron y Adela, al borde de las lágrimas, levantó sus manos y se abofeteo dos veces en las mejillas diciendo: “¡Es mi culpa, por hablar sin pensar, merezco esto!”

“¡Eso no es suficiente!” La voz de Asier era fría y autoritaria.

Adela, con el corazón encogido por el miedo, apretó los dientes y se golpeó con más fuerza, repitiendo: “¡Me lo merezco, me lo merezco! ¡No volveré a hablar sin pensar!”

toda su fuerza, temerosa de no satisfacer a Asier

con el sonido de los golpes que ella misma se había dado

desdén, maldiciendo por dentro la merecida situación de Adela. Después

buscando la aprobación de Elia, y si ella no lo

que

estado agradecida por su apoyo, pero recordando

se contrajo, incapaz de sentirse feliz y con un dolor

todo, Asier era más cercano a

ahora no

y finalmente dijo: “Unas palabras mal dichas han costado

quería continuar con

“Siéntense, aún no han terminado sus jugos y desperdiciar la

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seguir junto a Asier Gabriel, por su parte, ni siquiera la miró y se sentó con una sonrisa fingida, halagando a Asier. “Señor

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