Capítulo 1141

Orson luego avanzó con paso firme, se acomodó en el asiento del conductor y puso en marcha el

vehiculo.

Media hora después, el carro se detuvo en el patio de la hacienda de la familia Salcedo, era una mansión que parecía un castillo y cuyo diseño desprendia un aire aristocrático.

Al entrar a la residencia, el lujo era evidente en cada rincón. En las paredes colgaban cuadros de artistas. renombrados, reconocibles a simple vista.

El suelo estaba cubierto con mármol carísimo que brillaba con un lustre único, denotando su alto costo. Desde el techo del salón colgaba una lámpara de cristal que deslumbraba con su esplendor.

“La vida de los ricos es algo que solo se puede imaginar; no hay nada que no puedan hacer”, reflexionaba Jimena, impresionada por la riqueza de la familia Salcedo que en nada parecía envidiar a la de Asier.

Siguiendo a Orson hacia el gran salón, Jimena vio sentadas en el sofá a tres personas; y una de ellas era Marisa, la madre de Orson, a quien ya había conocido.

Los otros dos eran personas mayores, una abuelita de cabello canoso que la miraba con una acogedora, era seguramente la abuela de Orson.

sonrisa

se sentaba un abuelito, con el cabello igualmente blanco y apoyándose en un bastón, la observaba con una mirada serena y contemplativa,

la disposición de la hacienda Salcedo, en ese momento se sentía nerviosa y

tomó su mano y

Jimena retrocedían involuntariamente. Sus piernas flaquearon

se vio sacudida al

esta mujer? Pensó

pudo sino pensar: “¿Esta mujer no tiene orgullo?”

primer encuentro, eres muy educada,” la abuela Salcedo se

la abuela la ayudara; se agarro fuertemente de la mano de Orson y,

les hago una reverencia como muestra de respeto, deseando a los abuelitos una larga

hacia la abuela y

¿no era ella de carácter fuerte? Parecía que también sabía cómo halagar

cuando era necesario.

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ven, siéntate aquí,” la abuela Salcedo con una

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