Capítulo 3

En tan solo unas horas, de manera inesperada, se encontraron nuevamente.

Resultó que el visitante distinguido e importante sobre el que todos en su casa hablaban era él.-

El hombre, al igual que ella, mostró sorpresa en sus ojos por un instante, pero rápidamente borró la sorpresa de su mirada.

Mirándola desde arriba, su expresión no mostró ningún cambio, como si fuera el dios más despiadado del mundo.

Violeta no volvió a mirarlo, ni esperó que él le ofreciera alguna ayuda.

Al lado, Estela Paredes Alonso, de rodillas delante de ella, con una expresión inocente decía, “¡Hermana, deberías evitar molestar a papá cada vez que vienes, ya sabes que él es hipertenso!”

“Papá, ¡cálmate! ¡Habla con calma, especialmente con Rafael aquí!”

Estela e Isabel siempre actuaban como la hija obediente y la esposa devota delante de Francisco, mientras aprovechaban su posición para reprimir a Violeta.

Francisco se calmó un poco y se disculpó, “¡Rafael, lamento que hayas tenido que ver esto!”

Rafael sólo esbozó una sonrisa irónica, pareciendo indiferente a los asuntos familiares de los demás.

tengo tres mil pesos aquí, ahorrados desde el

podría creerse

ya!” Francisco le

no se iba, seguramente sufriría otra

pesos y rechazó la ayuda hipócrita de Estela, se puso de pie con gran esfuerzo y caminó fuera de la mansión

gritó con voz irritada, “¡Mayordomo, ven a cambiar la alfombra!

bastante lejos de

de la madre y la hija, no porque le faltara carácter, sino porque

“¡Piiii!”

volteó y vio un Range Rover blanco que se

dentro del coche, Violeta continuó caminando, pero el

frente a ella.

ya había

ella sabía en qué estaba pensando: si ya sabías que esto iba a pasar, deberías haber aceptado esos veinte mil pesos

entregó una bolsa de

bolsa y se sintió desconcertada por su

colocó en su frente, vigilándolo con cautela.

Parecía tener sólo una píldora y también una botella de

mientras la

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