Capítulo 22

Rafael le inspeccionó rápidamente su tobillo. “Solo parece un esguince leve, un poco de calor en la zona te ayudará.”

Llamó a un meseró que pasaba por allí, le pidió que se llevara a la mujer con cuidado. La mujer estaba tan asombrada y emocionada que no podía hablar. Solo podía inclinarse hacia él una y otra vez, “¡Gracias, muchas gracias!”

Una vez que la mujer se fue, Rafael volvió a lo estaba haciendo, sacó su celular y sus cigarrillos.

Violeta se dio cuenta de que había estado en el mismo lugar durante bastante tiempo.

Respetar a los mayores como si fueran sus propios mayores, proteger a los jóvenes como si fueran sus propios hijos.

Parecía que él no era tan malo como ella imaginaba, no era tan cruel e insensible…

Violeta respiró hondo, y caminando lentamente se acercó a él. Aunque estaba medio apoyado en la barandilla, ella podía mirarlo a los ojos debido a su posición. Al acercarse, pudo ver los músculos de su antebrazo levantados, se veían duros como hierro.

Rafael parecía estar en alerta, la miró de reojo cuando ella se acercó.

Violeta aclaró su garganta, “Raúl dijo que esta es tu chaqueta…”

“Ok.” Rafael asintió y le hizo un gesto con la cabeza, “¡Déjala allí!”

la barandilla. Antes de irse, se aseguró de alisar

sonrisa leve en los ojos, “Si te encuentras con un perro rabioso de nuevo, no hace falta que lo muerdas, solo

Violeta estaba

sonrió y no dijo nada más. El humo de su cigarrillo

llevó el olor del tabaco a su nariz. Violeta tomó un respiro, sintiendo que tenía cosas que necesitaba

lo que tienes que decirme?”

sintió un escalofrío en

Las cosas que él había hecho y dicho

de tema, “En realidad,

cumplido. La forma en que había tratado a la mujer

buena persona? Rafael frunció el ceño. ¿En serio?

rio, aplastando su cigarrillo, “Estoy escuchando algo interesante, ¿quieres oírlo?”

entonces cuando Violeta se dio cuenta de que llevaba un auricular Bluetooth todo el

con la cabeza, tratando de decir que tenía

Rafael extendió la mano y rápidamente puso su auricular en su oído. La voz

“No… Alėjate…”

de la respiración pesada, Violeta se preguntó si había

Para, no

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