Capítulo 37

La noche avanzaba.

La alfombra larga y peluda, característica de los hoteles de lujo, amortiguaba los pasos de quien caminaba sobre ella.

En los muros del pasillo, cada diez pasos, se encontraban espejos largos color café. Violeta, vestida de camarera, se veía reflejada en ellos mientras ajustaba el cuello de su blusa.

Alisaba las arrugas del traje y le devolvía la bandeja a María, su compañera de trabajo. Le decía con gratitud: “¡María, no sé cómo agradecerte! Me conseguiste otra gran oportunidad para ganar dinero. Cuando termine y reciba mi paga, ¡te invitaré a una buena cena!”

Hizo hincapié en ‘otra’ ya que la última vez que la había recomendado para un trabajo en un crucero había sido un éxito también.

La semana pasada, le preguntó si estaría interesada en otro trabajo similar, solo requeriría dos días seguidos de su fin de semana, pero la paga sería incluso mejor que la anterior. ¿Cómo podría rechazar tal oferta? Aceptó sin pensarlo dos veces. “¡Oh, no es nada!” respondió María con una sonrisa y un gesto desinteresado.

Violeta sonrió y las dos continuaron en camino hacia la habitación asignada.

Cuando llegaron a la puerta de la habitación, María se detuvo, “Violeta, de repente siento dolor de estómago, necesito ir al baño. ¡Ve tú primero, regresaré enseguida!”

“¡Claro!” respondió Violeta sin sospechar nada raro.

abrió la puerta rápidamente sin notar la mirada nerviosa en los ojos de su compañera.

la habitación con la bandeja en sus manos,

que el del día anterior, no parecía que fuera a servir café en

reunión.

impecables, estaban desaliñados, algunos incluso solo vestidos con

indecentes.

que Violeta, con los ojos ardiendo, apartó la

habitación equivocada y decidió salir, pero justo entonces la bandeja que sostenía cayó al suelo, derramando champaña y vino tinto sobre la lujosa

cercano a ella, con una sonrisa

ya había vivido una situación

con fuerza y mientras ella forcejeaba por liberarse, la puerta de la habitación fue pateada y cuatro o cinco hombres

sacado del hotel, atrayendo

de atención que uno querría. Palabras como “prostitución”

había visto escenas así en las noticias de televisión. Se había sentido mal por las chicas cuyos rostros habían sido pixelados,

se sentía nerviosa y temerosa

nadie

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