Capítulo 367

Violeta dudó un momento antes de cerrar la puerta lentamente.

Con el sonido del cerrojo al cerrarse, ella tragó saliva nerviosamente.

Las imágenes de sus sueños flotaban vividamente en su mente, y Violeta sentía que le sudaban las palmas de las manos. Empezó a arrepentirse por haber aceptado demasiado rápido el día anterior, debería haber preguntado más…

Cuando se volvió para mirar, Rafael ya habia apagado su cigarro y estaba caminando hacia ella con algo en la mano. Su alta figura bloqueaba gran parte de la luz solar y sonrió diciendo: “Ve a cambiar tu ropa.”

“No voy a quitarme la ropa!” respondió Violeta sin pensar.

Rafael levantó las cejas lentamente y dijo: “¿Qué acabas de decir?”

“Ah..” Violeta se mordió el labio, tardó un poco en darse cuenta de que algo no estaba bien. Estaba tan nerviosa que apenas habia entendido lo que él había dicho, y preguntó con vacilación: “¿Qué… qué dijiste?”

“Dije que vayas al vestidor y cambies tu ropa,” Rafael la miró desde arriba con paciencia, repitiendo cada palabra lentamente.

Luego, con una sonrisa irónica en sus ojos profundos, añadió: “Hmm, si prefieres cambiarte aquí, tampoco me importa.”

Violeta se sintió como si su cabeza fuera a estallar, y sus pies se arrugaban de vergüenza dentro de sus sandalias.

Fue entonces cuando noto que él tenía un conjunto de ropa en la mano. Su rostro se puso rojo como un tomate cuando lo tomó y corrió al vestidor, diciendo: “Voy a cambiarme en el vestidor…”

Después de cerrar con llave la puerta del vestidor, Violeta se golpeó la cabeza con su puño.

¡Qué vergüenza!

Una vez que se calmó, Violeta descubrió que la ropa era un traje de equitación.

Estaba totalmente desconcertada, sin tener idea de qué estaba planeando Rafael. Dadas las circunstancias embarazosas en las que se encontraba, decidió no preguntar y se cambió rápidamente. Luego se miró al espejo.

El traje de equitación era de estilo británico, con una chaqueta de doble botonadura en negro que acentuaba su cintura, pantalones de montar blancos metidos en botas de montar negras.

Se sentía más elegante y enérgica que nunca. Antes de salir, se recogió el cabello en una cola de caballo.

se encontró con que Rafael también se había cambiado a

Rafael se giró y preguntó: “¿Ya

“Si…” Violeta asintió.

“Vamos,” dijo Rafael.

preguntó Violeta, sin poder ocultar su

Rafael, “Ya

de Rafael mientras

viaje de media hora en un Range Rover blanco, llegaron a un rancho de caballos al aire libre en las afueras de la

el viaje, había notado que Rafael llevaba un traje

entraron, un miembro del personal les entregó una silla de montar profesional y un casco, y luego los llevó

lujo, con muchos caballos de pura raza ocupando su vista,

brillantes.

tantos caballos, excepto en

a un caballo de pelaje marrón con una marca blanca en forma de rayo en la frente, acariciando suavemente su

con incertidumbre: “¿Vamos a montar

miro de reojo y preguntó con calma: “¿No estabas mirándome todo el tiempo ayer en el parque

Montarlo…

qué ser tan sugerente. Además,

estado observándolos a él y a su hijo ayer, pero solo porque pensaba que

él sobre eso. En cambio, decidió preguntar acerca de algo que la habia estado confundiendo: “Rafael, cuando dijiste que había un cambio de mi… ¿te referías a

“Si, Rafael asintió.

la voz a propósito,

labio y no dijo nada.

de sospecha, todavia estaba llena de

convencer a su entrevistado con éxito. En aquel momento, él le pidió un beso como recompensa Pensó que esta vez el volvería

palmeó al caballo, con una mirada significativa y dijo, “Si

un caballo rápido!” Violeta se

condujo al caballo marrón al campo, luego la llevó a ella, y le

igual que cuando él le enseñó a disparar por primera vez, Violeta nunca habia montado un caballo en

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