Capítulo 447

Violeta sintió cómo su cuerpo, inicialmente rigido, comenzaba a relajarse lentamente entre los sus brazos. Al pensar que él había ido a la casa de Francisco para buscarla y que no la encontró, y al ver su rostro tan pálido al salir, estaba claro que Francisco no le habría ocultado nada.

Apoyó la cara en su pecho y cerró los ojos, tratando de inhalar la esencia masculina que emanaba de él, buscando sacar fuerzas de aquel aroma.

Pasó un buen rato antes de que Violeta comenzara a hablar con voz cada vez más baja, “Entonces debes saberlo, no soy la hija biológica de Francisco, no tengo ningún lazo de sangre con mi padre, ni siquiera sé quién soy realmente…

“¿Y qué importa eso?”

Rafael pregunto con voz grave, levantó su rostro, la miró fijamente y dijo, “Aunque fueras huérfana, ¿qué diferencia hace? ¡Sigues siendo la mujer que yo quiero!

Violeta tuvo que levantar la cabeza para encontrarse con esa mirada profunda y seria.

Ella creia que esas no eran palabras vacías para reconfortarla. Desde el principio de su relación, siempre había sido la hija que Francisco había dejado atrás, y él nunca se había preocupado por eso; lo que realmente le importaba era ella misma.

A pesar de haber perdido a su madre, a su abuela, y en ese momento ni siquiera estar segura de quién era su verdadero padre, eso no importaba, jella era su mujer, y eso era suficiente!

Rafael pasó sus dedos por su frente y preguntó con voz baja, “¿Te duele mucho?”

Después de enterarse de la noticia por Francisco, había conducido hasta alli de inmediato. Caminando por la calle junto al café, la encontró caminando sola entre la multitud, con los hombros caídos, como si llevara una nube oscura sobre su cabeza, a pesar del atardecer brillante.

Especialmente al verla caminar sin rumbo por las calles y ser empujada por los transeuntes, y luego refugiarse en su pecho, no sabía cómo disipar aquella sensación amarga que le obstruía la garganta.

“No, estoy bien…”, dijo Violeta en voz baja, negando con la cabeza.

En comparación con el dolor, probablemente lo que más sentía era confusión y desconcierto….

Violeta alzó su mano y tomó la de él, dándole un pequeño movimiento y diciendo, “No me mires asi, eh, me haces sentir como un perrito abandonado.”

Rafael soltó una carcajada ante su comentario.

Le besó la frente y también las pestañas, y luego dijo con una sonrisa, “Te has comportado bien, no has derramado ni una lágrima.”

“¡Yo no soy ninguna llorona!” protestó Violeta.

Rafael levantó una ceja y preguntó, “¿Qué hacemos, seguimos aquí abrazados o nos vamos a casa?”

mejor vamos a casa”, dijo Violeta,

repente volvió a mirarla de reojo, con un brillo travieso en sus ojos y dijo, “Hace tiempo que no tenemos un encuentro en el coche, ¿buscamos

y le regañó. “Deja de bromear…*

después tomó su mano y

un suspiro

y lo miró de reojo

Captulo 447

unió al trafico con una sonrisa

habia dejado de fruncir

de respaldo alto, de espaldas a la luz del atardecer que

ventana.

pero de repente recordó que si queria tener una hija, debía intentar tener hábitos saludables tanto como fuera posible, y eso incluía. dejar de fumar y beber. Aunque no había

intactas.

a la caja

sentado enfrente, levanto la vista y vio la sonrisa de Rafael, que suavizaba su semblante

dejó en el escritorio y dijo. “He revisado estos documentos y ya tengo la información basica. Mañana ire a la reunión para discutir más sobre nuestra colaboración.”

Rafael con

tú. Si me los pasas a mi, me temo que no va a ser facil que me ponga al día con todo. Y la verdad, no es algo

cosas”, le respondió Rafael con un tono sereno.

opción. Tú eres el más cualificado para este

estoy muy seguro de mi decisión”, respondió Rafael

levantó la mano para detenerlo y sacó su teléfono móvil

por

miro su reloj y, tomando su chaqueta del respaldo de la silla, dijo con voz firme a la

de Rafael al hablar,

de colgar, Violeta tomó de la mano a

Nono a su clase de judo por la tarde, y al terminar, ya al caer la noche, penso que

hubiera gustado subir a verlo, pero las miradas que recibía le hacían sentir vergüenza y desasosiego, asi que decidió esperar en el área de descanso al lado. Justo entonces, el sonido de la campana del ascensor la hizo girar, esperando ver a Rafael. Pero en lugar de eso, se encontró con alguien a

otra dirección, pero la otra persona, con una vista aguda, las reconoció casi al instante y se acercó a ellas con su figura

¡Violeta!”

el ceño fruncido, Violeta respondió,

de la mano, miró hacia arriba y con una

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