Capítulo 457

La mañana siguiente en el hipódromo el ambiente estaba nublado, y Violeta no habla pegado un ojo en el vuelo del día anterior. El cansancio acumulado la había hecho caer en un sueño profundo la noche anterior.

El hipódromo estaba algo alejado y, para complicar más las cosas, se encontraron con tráfico en el camino, Cuando Violeta llegó, el lujoso Bentley alargado en el que viajaba el abuelo Alves ya estaba aparcado afuera, y el chofer se acomodaba en el asiento delantero, medio adormecido.

El espacio abierto del hipódromo era inmenso, y al entrar Violeta no tenía idea de por dónde comenzar a buscar.

Justo cuando se encontraba sin saber qué hacer, alguien le dio una palmada en el hombro.

Al voltearse, Violeta se encontró con un joven guapo y erguido detrás de ella, sonriéndole con una expresión gentil y serena, como si el sol lograra atravesar las nubes y calentar todo a su alrededor.

Ella frunció el ceño ligeramente.

Pensando que el joven estaba intentando coquetear, estaba a punto de alejarse cuando lo escuchó decir, “¡Nos

encontramos de nuevo!”

“¿Tú. ?” Violeta se sorprendió.

“Ayer chocaste conmigo, y recogi tu celular,” explicó él, sonriendo.

De repente, Violeta recordó al hombre del dia anterior; no era de extrañar que ese español con ligero acento le resultara familiar. Rápidamente dijo, ¡Ah! Lo siento, no te había reconocido.”

“¡No hay problema!” respondió él, negando con la cabeza y sonriendo.

Sin embargo, solo habían cruzado una breve mirada y Violeta no tenía intención de perder más tiempo, asi que continuó buscando en el hipódromo.

El hombre no se fue, sino que le preguntó, “¿Buscas a alguien?”

“Sí, estoy buscando al señor Alves…” respondió Violeta asintiendo, siendo franca con él.

“¿Al señor Alves? él se mostró sorprendido, y luego su sonrisa se profundizó y añadió, “Qué coincidencia, yo también voy a verlo. ¡Ven conmigo!”

Violeta dudó por un momento, pero decidió seguirlo con cierta desconfianza. Después de caminar unos cinco o seis minutos, vieron a lo lejos una sombrilla bajo la cual estaba sentado el abuelo Alves. Estaba vestido con ropas de lino blanco y apoyándose en un bastón.

El hombre parecía conocer bien al anciano y se acercó directamente a él.

“Abuelo, una joven hermosa está buscándolo,” anunció.

Violeta se sorprendió al ver que don Alves levantaba la vista y, con una sonrisa poco común, dijo, ‘Lucio, ¡cómo tardas en cambiarte! ¿Qué joven hermosa está buscándome? ¡Deja de bromear conmigo!

Al seguir la mirada de don Alves y ver a Violeta detrás de él, su expresión cambió a una de disgusto y dijo, “¿Otra vez tú?”

y comenzó a explicar con calma, “Don Alves, como usted me dijo, ya salté de la plataforma de la correa elástica ayer. Espero que

de que ella pudiera decir algo más,

Violeta… ella respondió

Rafael que aún no han celebrado

tocando inconscientemente el anillo de diamantes en su dedo

en su

ese pequeño gesto, pero Lucio, el hombre que había llamado a su abuelo, si lo

venido sola a

he venido

años tienes?” Preguntó

“28…

de sorpresa, como si hubiera esperado que fuera una muchacha de poco más

tanto avergonzada, y pensó para sí misma que incluso

se dio cuenta de que el abuelo Alves la estaba llevando por una conversación,

como abordar el asunto, de repente escuchó, “¡Los

que todo

con miradas amenazantes, listos para invitarla a salir del hipódromo. Ella mordió su labio y

en sus ojos hubo un leve destello

que ella saltara, ya habría terminado sus negocios y abandonado el campo de

de su miedo a las alturas,

sus labios con hesitación y

guardaespaldas recibieron la orden y de inmediato la soltaron, posicionándose firmes

fingiendo reflexionar, añadió lentamente, “Bien, te daré una oportunidad. Allá están corriendo una carrera de caballos. Si ganas, me sentaré y me tomaré el tiempo para escuchar lo

los dientes y asintió, Está

de ganar, pero como con el salto con cuerda del

retroceder.

la vuelta, y aprovechando que los demás no estaban atentos,

le trajo un caballo que parecía dócil, pero cuando se acercó,

nariz.

caballerizas anteriormente, de lo contrario, ni siquiera sabria cómo montar. Pero una vez

Bang!

de salida, todos los caballos se

a las riendas con ambas manos, intentaba imitar a los demás jinetes, agitando el

corría,

No podia perder…

sacó el tenedor de frutas que había tomado y, sin atreverse a mirar hacia atrás, alzó la mano por instinto y lo clavó con fuerza en el

hacia atrás mientras el grito del

patas delanteras del animal volvieron a tocar el suelo, el caballo se lanzó hacia

proceso de Violeta montando

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