Capítulo 484

Creia que podrían reconciliar sus diferencias, pero resultó ser agua pasada que no mueve molino.

Por aquel entonces, Antonio se había ido tras ella a Sudamérica, y ella realmente pensaba que podrían empezar de

nuevo…

Violeta suspiró en voz baja.

Rafael cerró las cortinas y regresó, echándole un vistazo al reloj. “¿No te había dicho Lucía que te acostaras

temprano?”

“¡Cómo voy a dormir si tú no estás aqui!” Violeta lo miró con un puchero.

Además, la persona que había contestado el teléfono era otra mujer desconocida, con una voz tan melosa que era insoportable. ¡No había manera de que pudiera dormir asi!

“Voy a ducharme primero, Rafael le dijo con una risa baja.

Acto seguido, se quitó la chaqueta del traje y empezó a desabotonarse la camisa.

La mirada de Violeta seguia cada movimiento de sus manos, deslizándose involuntariamente, bajo la luz, sobre sus pectorales firmes y el abdomen marcado. Cuando se quitó la camisa rápidamente, hasta la linea de su cintura se insinuaba a la vista.

Aunque estaba muy ocupado, siempre mantenía su figura en forma, no solo con el ejercicio en la cama con ella, sino también yendo al gimnasio regularmente.

Probablemente, incluso el día en que tenga canas, seguirá estando en forma, lo que no deja de ser una presión para ella como mujer. Afortunadamente, ella tenia el tipo de cuerpo que no engorda fácilmente, si no, realmente tendría motivos para preocuparse.

Su mirada siguió sus manos hasta la hebilla metálica del cinturón.

Involuntariamente, tragó saliva.

sonido y se giró para quitarse los pantalones, haciendo que ella tuviera

que sus mejillas se encendian. Indignada, se adelantó a él: “Siempre haces lo mismo, ¿no puedes esperar a estar

ver? Rafael levantó

de

era tarde y no quería que se acostara muy tarde para no afectar su descanso, ya

diez minutos, salió del

su toalla, solo en ropa interior, y casi no se había secado las gotas de agua que recorrian

metió en la cama y cubrió sus ojos con su mano, diciendo: “No pienses

Violeta frunció el ceño.

sentir su pecho caliente, ¡qué

en eso, era él quien

besos apasionados, ella podía sentir que él se estaba conteniendo mucho. Pero no estaba preocupada de que él pasara hambre, porque una vez que ella se recuperara, él seguramente le pediria todo el

Copto 484

así, cerró los ojos rápidamente para conservar

la una de la tarde,

sentada en la mesa de la cocina, desgranando frijoles, pensando en preparar una

Lucía, que estaba regando las plantas en el patio, entró apresuradamente con la regadera todavía en la mano: “Violeta…”

hacia la entrada, donde vio a Sebastián, serio y vestido de traje, acompañado del chofer que

frunció el ceño,

cara seria, “¿Planeas dejarme

tuvo que

en el tazón, salió del comedor para recibir a Sebastián en la sala de estar, con los nervios a flor

pierna. Recordaba claramente la última vez que Sebastián apareció de repente en su casa y la

de repente, desde la escalera se oyó el sonido de pasos

“taca taca taca”.

se giró hacia el ruido y vio a Nono, vestido en pijama, frotándose los ojos mientras bajaba corriendo, seguramente había escuchado la voz de Sebastián y se había apresurado a bajar. Su

Ella le hizo

directamente sobre sus rodillas, echó una mirada hacia Sebastián sentado enfrente, y luego giró su pequeño cuerpo, extendiendo sus bracitos como un polluelo protegiendo su comida, y dijo con una

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