Capítulo 497

Faustina Navarro, aunque en aquellos tiempos había contraído un matrimonio de menor estatus, su familia política en Costa de Rosa no era cualquier farmilia común. Habían sido comerciantes durante años y habían acumulado una considerable fortuna.

Silvia, después de graduarse de bachiller, se fue al extranjero a estudiar, y Faustina, debido a que su esposo había fallecido trágicamente cuando era joven, se habia establecido tempranamente en Inglaterra con su hija. Sin embargo, la villa que había comprado en Costa de Rosa permanecía en su posesión, siempre bien cuidada y atendida.

Cuando el sol se ocultaba, Bianca abrió la puerta de su habitación.

Ella y Silvia habían llegado casi a la vez. La criada le había dicho que la señorita acababa de regresar y que estaba en su habitación en el piso superior.

Silvia había salido de la oficina del Grupo Castillo cubriendose la frente con la mano, y después de una visita al hospital, el médico le dijo que no era nada grave y le dio un frasco de yodo para que se la aplicara en la frente. En ese momento, estaba sentada en la cama con una expresión de enfado y resentimiento en su rostro.

Pero ella no era tan desequilibrada como su prima Bianca, quien podía llegar a romper cosas en un ataque de ira o reprender a los sirvientes. Simplemente estaba alli, en su habitación, enfurruñada y sola.

Bianca entró y, al ver una caja de pasteles en la mesita de noche, no pudo evitar elogiar con una sonrisa, “¡El pastel parece delicioso!”

Silvia se puso aún más molesta con la mención del pastel.

Bianca dejó su bolso y se sentó al lado de la cama, haciendo una pausa antes de hablar con un tono intencional, “Silvia, te ves pálida, parece que las cosas no te han ido muy bien.”

Mucho antes, cuando Silvia había terminado de preparar el pastel para llevarlo al edificio del Grupo Castillo, la había llamado para contarle su plan con mucho orgullo, como si no hubiera forma de que algo le saliera mal.

Silvia, incapaz de contenerse más por el comentario de su prima, comenzó a quejarse, “¡Cómo puede ser Rafael tan insensible! Puse suficiente de esa medicina en el pastel, pero después de que él lo comió, jno tuvo ninguna reacción! Intenté acercarme, estaba a un paso de forzar la situación, pero él me empujó, y mira este chichón en mi frente, ¡me golpeé con el escritorio!”

Al final de su relato, Silvia retiró la mano de su frente para revelar un prominente bulto rojo y dolorido.

Bianca, al escucharla, se reía por dentro.

este desenlace. Al ver la indignación en el rostro de Silvia, solo podía pensar que ella era la artífice de su propia desgracia. Bianca también había intentado seducir a Rafael con drogas y casi desnudándose delante de él, pero él

su propia humillación, Bianca apretó sus elegantes uñas de

de una prima atenta, le expresó, “Ay, ¿cómo

poco más fuerte podría haber sufrido una conmoción cerebral. ¡Con este

“¡Bah! De todos modos, siempre he despreciado a esas mujeres que tratan de seducir a los hombres con su

Violeta había usado a Bianca para burlarse de ella, insinuando que Rafael nunca se fijaría en

atractivo.

fue todo lo contrario. Fue despreciada de la peor manera, y después de caer al suelo, Rafael no tuvo compasión con ella ni verificó si estaba herida. En presencia de Violeta,

sacara, como si ella mereciera su

ya

no te hace caso, quizá podrías

significa eso?” le preguntó Silvia con inocencia.

directamente, su mirada transmitía un mensaje profundo e inescrutable.

levantó para despedirse, “Silvia, cuídate bien esa herida, yo me voy ahora. Recuerda no mojar

su mirada y se rascó la cabeza,

se levantó de

cuándo se había ido, sólo recordaba que la noche anterior,

la ayuda de los medicamentos, él

había enfatizado que debían tener cuidado, y ciertamente así lo había hecho Rafael. Todo se manejo de manera que ella no tuviera que hacer esfuerzo alguno, era solo él quien se esforzaba, pero aun así, era imposible soportar

abierto esa mañana, y

En la sala de estar, acompañando a

acercó sorprendida,

una sonrisa, explicando, “El Señor Navarro llegó al mediodía. Sabía que estabas

Violeta se sintió incómoda, sin saber

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