Capítulo 589

Aunque la alfombra roja no era larga, a Violeta le pareció que caminaba durante mucho tiempo.

Al fin llegó ante el, sintiendo un ácido picor en la punta de la nariz, y estuvo a punto de derramar lágrimas. Francisco y Lamberto no estaban mucho mejor que ella, con los ojos también enrojecidos por la emoción. En sus miradas curtidas por el tiempo compartian una emoción común: al ver a Violeta vestida de novia, lista para emprender un camino de felicidad como esposa, sentían que podrían descansar en paz en unos años más, cuando les tocaria reunirse con esa chica llamada Nelina…

Cuando Lamberto empezó a hablar, su voz ya era un ronco murmullo, “Rafael, ¡te confio a mi hija!”

“Entendido!” Rafael asintió con seriedad.

Tomando a su novia de las manos de sus futuros suegros, entrelazaron los dedos firmemente y se colocaron frente al sacerdote.

La ceremonia de matrimonio comenzó oficialmente. El sacerdote abrió la Biblia que tenía en sus manos, colocó la palma sobre ella y preguntó con voz solemne: “Señor Rafael Castillo, ¿aceptas a Violeta como tu legitima esposa, para amarla y serle fiel, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, y no abandonarla hasta que la muerte los separe?”

“Si, acepto!” Rafael respondió solemnemente.

En su rostro de contomos profundos, no se notaba mucha emoción, pero sus músculos del brazo estaban tensos.

“Señora Violeta Alonso Navarro, ¿aceptas a Rafael Castillo como tu legitimo esposo, para amarlo y serle fiel, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, y no abandonarlo hasta que la muerte los separe?”

Violeta, al igual que él, no dudó ni un segundo. Al hablar, su voz se lleno de emoción nasal, “Si, acepto!”

Luego vino el intercambio de anillos

con Rafael, con una corbata al cuello y un rostro

matrimonio, los deslizó en los dedos anulares del otro, sellando su unión como mando y mujer, en amor y confianza,

mirense a los ojos y tomen las manos del otro. Bajo la mirada de Jesús y de todos sus seres queridos, hagan sus votos de amor eterno como marido y

dama de honor, Silvia, y tomo firmemente las manos de

estar sano y salvo, ser tu apoyo incondicional, y estar a tu lado y al de nuestros hijos para siempre. Cuidaré nuestro amor y te amaré sin reservas, tanto ahora como siempre. Confio en ti, te respeto, y reiré y lloraré contigo. Te amare fielmente, sin importar lo bueno o malo que nos depare el futuro, en las dificultades o en la comodidad, estaré contigo. Sea cual sea la vida que nos espera, estaré a tu lado. Te entrega mi

de ambos se entrelazaban y resonaban en cada rincón de la

lloraron con

gótico se llenó de luz dorada, que se filtraba a través de las puntiagudas ventanas del techo, en una ceremonia de ensueño y aplausos estruendosos. Todos los presentes, con lágrimas en los ojos o sonrisas de

pelicula, aplaudiendo y secándose las lágrimas con un pañuelo, buscando

resto de los invitados. En un

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casi ocultando su rostro. Pero incluso con esa vestimenta, su elegancia

obstrucción de las lentes oscuras, no se podia ver la frialdad que emanaba de sus

lo soy!” Bianca negó con voz

severo y agresivo, sin saber qué había dicho para molestarla Se apresuró a pedir perdón y, al notar que la multitud se agolpaba hacia adelante, sin darle mayor importancia, tomó la iniciativa y dijo, “Todos están yendo a dar sus bendiciones, señorita, vamos con ellos!” “¿Bendiciones?” Bianca soltó una risa fría. ¡Lo único que

del sacerdote, con sonrisas tan brillantes y deslumbrantes que le dolian los ojos. Sus manos en los bolsillos se cerraron con tal fuerza que se

veamos cuánto tiempo

la hermana, pero al girarse, se dio cuenta de que la otra ya se había marchado hacia la salida de la iglesia. La elegante silueta de su espalda, no obstante, desprendia un aura

cabeza, la chica encogió los hombros y murmuró, “Qué

detrás de la iglesia, había una

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