Capítulo 597

Una imponente figura, inesperadamente, irrumpió sus ojos.

Aunque no llevaba el acostumbrado traje negro bien cortado, sino una vestimenta negra más sobria, seguia teniendo una presencia imponente, como un álamo que se alza majestuoso en la nieve.

Los rasgos toscos pero no apuestos de un hombre y sus profundos ojos recatados se presentaron ante ella como en un sueño.

¡El

a vuelto!

Después de innumerables noches de soledad, anhelándolo, finalmente había regresado.

A través de la distancia que los separaba, esa imponente figura se veía tan real, como si la persona de sus sueños finalmente se fusionara con la realidad, y esa voz tan esperada y familiar diciendo “Vivi“. Violeta abrió la boca, incrédula y cautelosa, con un ligero temblor, “Rafael, ¿eres tú, mi amor?”

“¡Soy yo!”

La nuez de Rafael se movía con cada palabra, su voz tranquila vibraba con la misma emoción que la de ella, pero también con profundo remordimiento y culpa, “Lo siento, mi amor, he vuelto tarde.”

Tarde era poco decir, habia vuelto con cuatro meses de retraso.

Para ella, esos cuatro meses habían sido una eternidad.

Se habia mantenido en pie solo por su terca perseverancia y la fe que tenia en él.

a paso, como el día de su boda en la iglesia, cuando ella, vestida de blanco, caminaba hacia él, dejando huellas en la nieve a

detuvo frente a ella.

marcados rasgos, sentir su aliento en su rostro, y

valor para alzar la mano, temiendo que todo fuera

brisa

el aire, finalmente tocó la de él, agarrando su gran palma, buscando la cicatriz que se había hecho salvandola y el anillo de bodas que ella misma le habia puesto en el dedo, confirmándole que el hombre

al segundo siguiente,

que no estabas muerto, que no me dejarias, que volverías. Te he estado esperando, siempre te he

es cierto, he vuelto“, dijo Rafael con la voz

queriendo que las lágrimas

sus ojos con ternura, sus labios tensos por la emoción, su mano acariciaba su espalda una y otra vez, “si

abrazando la cintura

blanca del amanecer, el vapor blanco de sus bocas se

“Bang!”

cayó al suelo.

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volver a la casa, dejó caer la escoba de sus manos, mirando incrédula la escena, repitiendo para si misma,

el llamado, pero de detrás surgió una pequeña figura

avanzando torpemente sobre la nieve, corriendo hacia ellos como solia hacerlo cada vez que veia a Violeta, lanzándose a las piernas de

incino, mirando a su hijo con un brillo

y lágrimas manchaban la barbilla de su padre mientras sollozaba con una tristeza que partia el alma.

qué? Rafael secaba las lágrimas de su

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