Capítulo 605

“¡Rufián! ¡Rufián!”

Silvia corria desesperada saliendo del ascensor mientras murmuraba, la imagen de aquel hombre desnudo cubierto solo con unos calzoncillos finos todavia revoloteaba en su mente, tanto que en su apuro se chocó con un par de personas.

Habia olvidado por completo el dolor que le causó Rafael Castillo, su rostro ardia de vergüenza.

Después de graduarse de la secundaria, Silvia siguió a su madre Faustina a estudiar en el Reino Unido, y habia vivido alli durante años. Aunque había muchos caballeros en Inglaterra, los casanovas eran aún más comunes, y no era raro ver un striptease salvaje en las fiestas. Ya habia visto a extranjeros apuestos en tangas.

Pero por alguna razón, la escena de hace un momento la hizo sonrojar.

Como si estuviera embrujada, la imagen de Lucio levantándose de la cama y destapándose seguía apareciendo en su mente, su cuerpo masculino y bronceado, su figura en forma de V, todo expuesto al aire, apenas cubierto por unos calzoncillos que delineaban su contorno.

Mmm, también se delineaba un pajarito bastante grande…

Por lo que pudo analizar, Silvia pensó que él no le quedaba nada a deber

Al darse cuenta de que estaba pensando en esas tonterías, se puso aún más roja y maldijo de nuevo, “Rufián!” Solo que no sabia si estaba maldiciendo a él o a si misma.

A veces, el destino entre las personas es realmente asi de misterioso. Al día siguiente, Silvia se encontró una vez más con ese hombre llamado Lucio.

Después de regresar al pais, y de que todos sus esfuerzos por arruinar los planes de Rafael y Violeta fracasaron, se sintió bastante afectada, especialmente después de la ominosa advertencia de Rafael. Se encerró en casa sintiéndose deprimida, pensando en salir a despejarse, fue a la tienda de la esquina a gastar un poco.

Dicen que cuando te sientes mal, comer como loco es un buen consuelo.

Como estaba cerca, Silvia no se arregló mucho, salió con ropa de casa y chanclas

todo tipo de comida chatarra, se dio cuenta de que solo había traido las llaves. Había dejado la cartera y el teléfono en casa, y llamar a alguien de la casa para que

estaba pensando que hacer, de repente

los ojos sin pensar

dio una palmada fuerte en el hombro a Lucio y le dijo con entusiasmo, “¡Oye, te acuerdas

si,” Lucio frunció

ese recuerdo a

recuerdo aún estaba fresco en su mente. Si no fuera por ella que usó el teléfono de Violeta para engañarlo, no habrían tenido ese incidente desafortunado en el hotel, que aún le hacia sentir remordimientos.

astutamente, “Me alegro, mira, luego vas a

qué deberia pagar por ti?” Lucio le preguntó

consciente de lo que había hecho, solo estaba probando su suerte, “Tranquilo, si

su muñeca. Al final, con buen corazón le dijo. “No te preocupes, no soy un usurero. Cuando termine de comprar lo mío, te

Silvia lo miró como si acabara

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a que terminara de escoger sus cosas para pagar juntos.

un sándwich, y luego llevó a Silvia a la caja para pagar. La canasta

gris claro, con zapatillas de edición limitada

antes volvían

¡Estaba completamente local

de ellos, Lucio estaba sacando bolsas de golosinas de su canasta de compras, su rostro gallardo

repente, Silvia sintió ganas de hacer una

por el escáner, Silvia agarró dos preservativos rojos de la estantería y los lanzó al mostrador, diciendo con una sonrisa picara, “¡Espera, también llevo esto!”

acostumbrada a mucho, solo hizo una pausa antes de continuar, y luego le preguntó a Lucio con una sonrisa, “Señor, son trescientos veinte con cincuenta en

jen efectivo!” Lucio se sonrojó

Silvia parpadeó sorprendida.

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