Capítulo 640

Marisol apareció en la oficina a las mueve de la mañana del día siguiente, llegando tarde y arrastrando los pies, aún estaba aturdida por la fatiga.

Al verla, Gisela corrió hacia ella, estaba preocupada. “¡Marisol, por qué llegas tan tarde! Ya has tardado más de una hora, el editor seguro te descontará parte de tu sueldo.”

“Que descuenten lo que quieran…” le respondió Marisol sin ánimos de seguir hablando.

¿Estás bien, Marisol?” Gisela notó su palidez y le preguntó con preocupación. “Te ves tan agotada. ¿No fuiste a una reunión de exalumnos anoche? ¿Acaso bebiste demasiado y te asaltaron de camino a casa? ¿O te pasó algo peor? Si es así, debemos llamar a la policía.”

Marisol apretó los dientes con frustración. “¡Debería llamar a la policía!”

Quería llamar a la policía y acusar a Antonio de violencia doméstica.

Gisela había hablado en broma, pero al escuchar la respuesta de Marisol, su expresión se tornó ansiosa. “¡No me digas que acerté en alguna!”

“No, era solo una broma, tranquila,” Marisol negó con la cabeza.

No recordaba cuánto tiempo había estado sometida a Antonio la noche anterior, solo sabía que entre el dolor y la desesperación no pudo resistirse a su fuerza e intensidad, hasta que finalmente perdió el conocimiento.

Cuando despertó por la mañana, estaba en su cama. Si no fuera por los moretones en su cuerpo, habría pensado que todo había sido una pesadilla.

Pensar en Antonio hacía que Marisol se enfureciera.

Era el cumpleaños de su tío Jordi y, ya que tanto ella como su prima Sayna estaban en Costa de Rosa y no iban a menudo a casa, un día como ese era para reunirse en familia. Además, el sábado estaba cerca y podría quedarse en casa un par de días más.

Marisol se fue una hora antes del trabajo para alcanzar el tren a tiempo, lo que inevitablemente le valió otra reprimenda del editor por llegar tarde y salir temprano. Sin embargo, eso no le impidió arrastrar sus piernas doloridas hacia la

estación.

La casa de su tía Perla no era grande, pero desde pequeñas, ella y Sayna siempre habían compartido la habitación más amplia.

bolsas, fue recibida por su tía Perla, quien con el delantal puesto y una

delicia, ¿y Sayna? ¿No había vuelto esta mañana?” le preguntó Marisol con una sonrisa.

ha estado en su habitación hablando por teléfono todo el tiempo, señaló su tía Perla hacia la puerta cerrada de la habitación con una mueca de preocupación. “Parece que tiene un nuevo novio, no ha parado de hablar desde que

vez?” Marisol se

que su prima se recuperara tan rápido

preocupada. “¡Así es! Temo que termine como la última vez. Marisol, por favor, habla con ella, no la dejes descuidar sus

con la cabeza, Marisol golpeó suavemente la puerta y

habitación había dos camas individuales, y Sayna estaba acostada en la más cercana a la ventana, con su barbilla apoyada en sus manos y sus piernas balanceándose

mirada fija, Sayna cortó la llamada con reluctancia y luego le lanzó una almohada hacia ella. “¡Hermana, podrías dejar

estás enamorada de nuevo?”

*¡Si!”

una mirada seria, Marisol comenzó el interrogatorio. “Dijiste que te enfocarías en tus

responderle, le dijo con vacilación, “Marisol, hay algo que tengo

es? Marisol le preguntó, se sentía confundida.

que te voy a decir, ¿eh?” Sayna tenía una expresión

respondió con un

hablarle con voz débil. “La última vez que tuve una ruptura amorosa y amenacé con suicidarme, tú fuiste a vengarme, pero… ese día me equivoqué de número de habitación. El hombre que la policía se llevó

dicho?” Marisol

¿Fue un error?

había sido un malentendido.

de un hombre despreciable y lo había enviado a la comisaría sin motivo alguno. Cuando lo volvió a ver, siempre fue para confrontarlo, nunca imaginó que

y, mientras la golpeaba, le gritó,

de cumpleaños para el tío Jordi esa noche, y tras darse un baño, las dos primas se acostaron temprano. Su prima Sayna, después de tres horas de

vuelta en la cama, pero no

dedo vacilaba sobre el nombre “Antonio Patán“, pero al final lo volvió a meter debajo de la almohada. Esa noche, apenas pudo dormir. A la mañana siguiente, la tía Perla la arrastró al mercado matutino. Después de almorzar, Marisol se sentó en el sofá a pasar el tiempo viendo telenovelas. Cuando se levantó para ir al baño, sonó su móvil. Al contestar, su

el tren de regreso a Costa de Rosa desde el pueblo y

la estaba esperando. Tan pronto como Marisol entró, la anciana sonrió ampliamente y, extendiendo su mano, le preguntó, “Marisol, ¿te he

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