Capítulo 655

Antonio salió del edificio de hospitalización y entregó su equipo fotográfico a Gisela, quien estaba a su lado. Al levantar la vista, vio pasar un Cadillac negro con una matrícula que le era familiar.

Antonio alzó la voz y dijo, “¿Hermano?”

El Cadillac se detuvo frente a él, la ventanilla del conductor se bajó y Hazel, con sus gafas puestas, giró la cabeza para saludarlo, “Antonio!”

Los tres hijos de la família Pinales eran muy guapos y tenían cuerpos atléticos, pero sus personalidades eran muy distintas. A diferencia de la seriedad y el coraje de su hermano mayor Ivo, y la indolencia y el cinismo de Antonio, Hazel parecía suave y elegante, pero cuando hablaba en privado con personas cercanas, su tono y expresiones eran frios y un poco toscos.

Antonio frunció el ceño y le preguntó con preocupación, “Hermano, ¿por qué no me llamaste cuando viniste al hospital? ¿Te sientes mal?”

“No, no te preocupes, solo vine a ver a un cliente“, le respondió Hazel mirando a su hermano con cierta indulgencia, “Por cierto, ¿cómo está la abuela?”

“La operación fue un éxito, y su condición está bien controlada ahora“.

“¡Casi lo olvido!” Antonio recordó algo de repente y miró a su lado.

Iba a disculparse con Gisela, pero cuando se giró, ya no había nadie a su lado. Gisela ya estaba en la puerta del hospital, caminando apresuradamente, casi como si estuviera huyendo.

Desde el asiento del conductor, Hazel se quitó sus gafas y un brillo cruzó sus ojos. Puso en marcha el coche y le dijo, “Antonio, tengo una cena de negocios esta noche, me voy“.

Antonio regresó a la habitación del hospital y cerró la puerta, quedándose solo con Marisol.

Marisol le preguntó con incomodidad, “¿Gisela se fue?”

“Sí” le respondió Antonio brevemente.

preguntarle, “Antonio, ¿cuándo

despertaras” Antonio se sentó en una silla junto a la cama y mostró signos de fatiga

llamada perdida

y aún no había

Antonio, su tono de voz contenía un temor

voy a volver?” le replicó Antonio

se quedó sin respiración por un

llenó el espacio alrededor, y solo se podía escuchar el goteo del

preocupaba por ella, aunque fuera un

entrelazaron nerviosamente, “Entonces, ¿qué pasa con

teléfono del bolsillo. Después de marcar un número, habló con cortesía, “Sr. Director, soy Antonio. Me temo que tengo que disculparme. En la conferencia médica de Belunania, esta tarde dejé que el subdirector

Antonio explicó, “No, la última operación de mi abuela fue un éxito. Es mi

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no era la primera vez que se presentaba así frente a los demás, ya que las enfermeras la habían llamado así después de que su abuela despertare de la cirugía, era la primera vez que Marisol lo escuchaba decirlo

Marisol bajó la vista, ruborizada, al oirle hablar por el teléfono, “Si, ha pasado

sonrisa picara,

rojal‘ lo

el trasero de un mono, bromeó Antonio con una mirada

la que se parece al trasero de un mono!” replicó Merisol, molesta. Levantó la mano para tocarse la cara y se sorprendió por el calor que sintió, desviando la mirada en una mueca de vergüenza, incapaz de seguir mirándolo,

en ese momento alguien tocó la puerta del cuarto, era el chico de

quien ordenó la comida, la caja de comida llevaba el logo de un gran restaurante, y teniendo en cuenta su hospitalización, los platos eran

el cuarto lo único que se oía aparte del goteo del suero era el tintineo de

lado, se reflejaban sus siluetas. La fria blancura que los rodeaba

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